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Los retos

SERGIO AGUAYO

Los criminales y la 4T nos retan, de diferente manera, a buscar la unidad de los diversos. Respondamos con un relato compartido, sobre el cual levantar una agenda mínima y flexible para la investigación y la acción.

En lo relacionado con la inseguridad, son admirables y loables las buenas intenciones del gobierno de la 4T. Son igualmente evidentes las limitaciones de sus propuestas y las consecuencias negativas de algunas políticas; la tragedia humanitaria padecida por los migrantes, por ejemplo. Aun así, desde las alturas de la 4T se nos pide otro año de paciencia, pero también se nos advierte que guardemos silencio, porque su estrategia no se moverá ni un milímetro. Nos están proponiendo una pasividad suicida, porque ellos, los criminales y sus aliados enquistados en los gobiernos, siguen asesinando, secuestrando, desapareciendo y robando.

Los de la franja insatisfecha, con estrategias y políticas mochas, tenemos años armando denuncias bien documentadas y deambulando como ánimas solas por los purgatorios de la fragmentación y la desunión. Es hasta cierto punto comprensible, por la diversidad de lecturas e intereses provocados por agendas generalmente monotemáticas. Un lastre adicional, es la proliferación de simuladores y corruptos enquistados en el movimiento a favor de la paz y los derechos humanos. Debemos señalarlos y denunciarlos.

La unidad es posible, siempre y cuando se construya sobre el respeto a las autonomías relativas, sobre proyectos muy puntuales y sobre acuerdos honestos en torno a la obligada e indispensable -e igualmente complicada- relación con quienes gobiernan. Es notable la disposición de muchos de ellos, a buscar acercamientos con la sociedad organizada.

En caso de darse, la primera tarea de una alianza de este tipo, es explotar la enorme riqueza del conocimiento acumulado por víctimas, activistas, periodistas y académicos -mexicanos y extranjeros- Tenemos que sacarle provecho a nuestra comprensión de los resortes de los violentos y sus diversos modelos empresariales, a las formas como seducen o cooptan a los agentes del Estado y a sus amarres con grupos sociales específicos.

También aprovecharnos de lo conocido sobre los islotes de paz que se han ido construyendo (y a veces retrocediendo) en Ciudad Juárez, Mérida, Monterrey y La Laguna; falta sacar lecciones y elaborar manuales sobre cómo replicarlos. En suma, están dados los elementos para un diagnóstico, sobre el cual podremos levantar un relato compartido.

El siguiente paso es incursionar en proyectos que vayan a las causas profundas de nuestra indefensión. Un hueco gigantesco es la falta de información verificable que oriente la vida diaria. Un buen número de funcionarios justifican el ocultamiento de la realidad, en su deseo de evitar pánicos sociales. Por ejemplo, tienen bien detectadas las carreteras donde roban y secuestran, pero optan por silenciarlo.

Si el Estado no informa, las instituciones de educación superior y los organismos de la sociedad civil podrían armar proyectos, para captar y difundir los hechos por las redes sociales. En otras palabras, necesitamos un atlas de riesgo ciudadano, pensado para localidades y polígonos geográficos específicos. No repliquemos la desatención federal hacia los municipios.

Necesitamos revertir esta costumbre de elaborar escenarios apocalípticos suponiendo que tras la denuncia vendrá una corrección automática de la realidad. Es indudable que algunas partes de México se asemejan al infierno, descrito por artistas y teólogos de otras épocas. También hay un gran número de islotes de paz. Dediquemos más atención a estas historias.

En el trasfondo está un hecho verificable: los islotes de paz son el resultado de una convergencia entre gobernantes y ciudadanos organizados. Sigue entonces, la indispensable búsqueda de entendimientos con los agentes del Estado. Es difícil, pero posible.

El objetivo es muy claro: tener la posibilidad de paz y sin temores. Si el Estado es incapaz de cumplir con esa tarea, la sociedad organizada debe asumirla, buscando siempre, un entendimiento con quienes gobiernan. El primer año de la 4T deja una lección clarísima: responderán si nos ven unidos y con un relato coherente, acompañado de propuestas viables. Para lograrlo, el único camino es la unidad de los diversos.

@sergioaguayo

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Escrito en: Editorial Sergio Aguayo

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