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En quiebra los sistemas migratorios y la protección internacional de los refugiados (III). América Latina

EMBAJADOR JORGE ÁLVAREZ FUENTES

Las migraciones en América Latina se vinculan tanto con la pobreza que persiste y se incrementa en la región, -la más desigual en el mundo-, como con la violencia sistemática y generalizada que se extiende entre las comunidades rurales y urbanas. En los últimos años, también, han ido en aumento los flujos migratorios provocados por los impactos de la emergencia climática. Hay ciertamente razones económicas que explican los notables procesos de movilidad humana que están ocurriendo simultáneamente en numerosos países y en diferentes regiones, sobre todo la falta de oportunidades de empleo y adversas condiciones para el desarrollo humano. Son múltiples y diversos los factores que están causando que cientos de miles de personas en el continente de desplacen fuera de su lugar de origen en busca de mejorar su situación de vida, teniendo como raíz un creciente descontento social. Y esto está ocurriendo cuando los sistemas migratorios en América del Norte, en Mesoamérica y en Sudamérica, y en otras regiones del mundo, están en quiebra; y cuando las políticas públicas no están siendo puestas al día, ni se están siendo formuladas y ejecutadas con la velocidad que se requiere, habiendo decisiones erráticas y disposiciones e instituciones disfuncionales. De ello daba cuenta, desde 2016, un libro sobre el sistema migratorio mesoamericano, editado por el Centro de Investigación y Docencia Económicas y el Colegio de la Frontera Norte, al igual que un reciente estudio comparativo del Colegio de México y el Migration Policy Institute en el que se subraya la similitud de los retos para los vecinos y la urgencia de invertir y trabajar juntos. Para la opinión pública, cuan insatisfactorio resulta seguir insistiendo en los cambiantes fenómenos migratorios en la región para a continuación, urgir, en la retórica, a su atención ignorando las causas. Es necesario construir un mejor marco explicativo y comparativo. Ayudar a elaborar una nueva narrativa, comprensiva, sobre las realidades y los retos colectivos de la migración y la protección internacional de los refugiados.

Hay datos relevantes. Según la CEPAL, la migración en América Latina y el Caribe representa el 15 % de la migración mundial, habiendo pasado de 30 millones en 2010 a 40 millones de personas en 2019. Ello se debe a la falta de empleos bien remunerados, situaciones de crisis económicas recurrentes, bajos ingresos informales, concentración del ingreso y malas condiciones laborales. Pero las razones también están en la inseguridad, la violencia criminal y en las, cada vez más frecuentes, tormentas y sequías. Por otra parte, existe un notable diferencial de ingresos: los salarios mínimos son 6 veces mayores en Estados Unidos que en el norte de Centroamérica y en México, mientras que los sueldos medios son 12 veces más altos. Aun cuando los migrantes mexicanos y centroamericanos en EUA perciben en promedio salarios más bajos, obtienen mayores ingresos a los que obtendrían en sus países, permitiéndoles el envío de remesas, que resultan fundamentales para países como México, El Salvador o República Dominicana. La CEPAL advierte que los crecientes controles migratorios, las políticas de deportaciones masivas, el cierre y endurecimiento de las fronteras, podrían dificultar las remesas internacionales, ampliando aún más la pobreza. La Organización Internacional de las Migraciones, en su reporte global 2020, destaca que EUA continúa siendo el principal destino de los migrantes internacionales (51 millones) y subraya que más de la mitad de los migrantes internacionales (141 millones) vive en América del Norte y en Europa, siendo el 52 % de ellos hombres que emigraron buscando trabajo, aun cuando están cambiando los patrones de la migración en el mundo. A pesar de un declive, México se mantiene como el segundo país de origen con más emigrantes, con 11.7 millones, sólo después de la India (17.5 millones), estando por debajo de ésta y de China respecto del envío de remesas, habiendo recibido, en 2018, la cifra récord de 35,700 millones de dólares.

Por años el Gobierno mexicano ha defendido los derechos de los trabajadores migrantes y sus familias, y promovido que se reconozcan sus innegables aportaciones en los países de destino y origen. Ahora, otros son los retos: acoger a los dreamers y retornados de Estados Unidos y brindar protección y ofrecer empleo a migrantes de nacionalidades u orígenes étnicos distintos, no solo centroamericanos, como africanos, sirios o asiáticos. Aun si al cierre de este año, las solicitudes de refugio en México alcanzan la cifra sin precedente de 80 mil, vista en el contexto global, es una cifra menor, siendo un país de 130 millones. Ante el éxodo colosal de Venezuela, las más de 7 mil solicitudes de refugio en México resultan pocas, aún más, si se contrastan con el otorgamiento del estatus de refugiado, en un solo día, a más de 21 mil venezolanos, como lo acaba de hacer Brasil. Según proyecciones de la ONU, Venezuela superará a Siria como el principal país en el mundo del que su población emigra y huye por un conflicto. Son 650 mil venezolanos los que esperan que distintos gobiernos resuelvan sus peticiones de refugio y asilo.

Por ello resulta alentador el incremento en el presupuesto de la COMAR, como también la conformación de la Conferencia Nacional de Migración, para que en el sureste, noroeste, noreste, centro y occidente de México se definan acciones y estrategias integrales para lograr una migración ordenada, regular y segura en el territorio nacional, con pleno respeto de los derechos humanos.

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