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KAREN Y EL EFECTO "BOLA DE NIEVE"

MARÍA DEL CARMEN MAQUEO GARZA

Vivimos en un país con elevados índices de violencia contra las mujeres. Semana a semana continúan aumentando los casos de feminicidio, mujeres que terminan muertas de una forma terrible, en ocasiones a manos de sus propias parejas. Los casos difícilmente son atendidos como se debería; en muchas ocasiones se esgrime el argumento de que la mujer "se lo buscó", lo que ha condicionado rechazo y protestas por parte de la mitad de la población que vive en riesgo. Ahí tenemos las manifestaciones masivas que se asociaron a daño patrimonial, y por otro lado están las expresiones colectivas civilizadas, las cuales han sido bien acogidas por la ciudadanía.

La variedad de agresiones es incontable, y no vendría al caso enumerarlas. Sabemos que se presentan en la vía pública, en los servicios de transporte y dentro del hogar, principalmente. Dado que en todos estos casos subyace el núcleo de la violencia, cualquier motivo constituye un detonante para que se exprese en sus diversas modalidades, ya sea mediante la palabra, el ataque físico o la agresión sexual. La cifra de feminicidios en nuestro país se ha cuadruplicado en los últimos años, lo que convierte a México en un sitio de alto riesgo para el sexo femenino. Las alertas Amber se multiplican mediante redes sociales para difundir la información de una posible mujer desaparecida. Por desgracia muchas de ellas, luego de algunos días, son localizadas sin vida.

En dicho tenor, en el curso de esta semana, se difundió el caso de Karen, una joven mujer de la ciudad de México, quien abordó un taxi por la noche. En un punto de su recorrido envió un mensaje a su madre mencionando que el conductor actuaba de forma sospechosa. La madre le solicitó su ubicación, misma que ella envió; eso fue lo último que se supo. A partir de ese momento se generó una serie de comunicaciones a través de redes sociales, que, gracias al efecto "bola de nieve" terminaron por incrementar aún más la angustia de los familiares y la indignación de los internautas, que la creyeron violentada. Finalmente se supo que Karen nunca estuvo en riesgo, como todo México llegó a pensar. Simplemente tomó una decisión irreflexiva que tuvo graves consecuencias.

Lo anterior me hizo recordar aquella transmisión por radio que llevó a cabo Orson Welles en 1938. Durante su programa radiofónico decidió leer fragmentos de la novela "Guerra de los mundos" de H.G. Wells, cuya trama habla sobre la invasión de marcianos a nuestro planeta. El actor y locutor leía un fragmento y en seguida metía algo de música. Fue algo que hizo en varias ocasiones, sin percatarse de que, quienes sintonizaron el programa ya comenzado, dieron por ciertos los hechos que narraba. Ello produjo una psicosis en la ciudad de Nueva York, donde la onda sonora alcanzaba a llegar.

Algo similar ocurrió en el caso de Karen, en un escenario que -por desgracia-- nos predispone a todos a pensar mal, en particular a partir del desafortunado mensaje que la joven envió a su madre, antes de apagar su teléfono celular. Ahora, cuando la verdad se sabe, el linchamiento va en sentido opuesto, contra la mujer, por haber condicionado la crisis que se generó.

Esta coyuntura es un momento inmejorable para que cada familia establezca un código de seguridad, que permita detectar cualquier situación de riesgo para alguno de sus integrantes. Y en un dado caso, actuar con sensatez para que el daño sea mínimo. En lo personal me sorprende el número de ocasiones en que un asalto con violencia termina en trágica muerte, porque el propietario del bien que se busca robar se opone al hurto. Nada hay en este mundo que tenga un valor superior a la propia vida. Si en casa se hace hincapié en ello, podremos actuar de la mejor manera en todo momento. Ahora bien, con relación al riesgo de ser levantado o lesionado, una buena forma de saber dónde anda el que está fuera de casa, es compartiendo la ubicación desde el aparato celular. Cuando se trata de menores de edad, la aplicación debe estar activada de manera continua. En el caso de los adultos, al menos en los trayectos. Otra buena estrategia es desarrollar el hábito de reportarnos unos con otros durante el día. Y una cosa más, hablar con la verdad. Cuando se trata de adultos decir "estoy en un bar" o "estoy en una fiesta", como son las cosas, nada más. Que haya confianza, prudencia y verdad entre los integrantes de la familia.

Estas cuestiones son de vida o muerte. Frente a ellas nos corresponde actuar de manera responsable. Para fortuna nuestra nos hallamos en un tiempo en el que la tecnología apuesta a nuestro favor, y así habrá que sacarle provecho. Utilizar el móvil de manera inteligente, como una verdadera herramienta de seguridad.

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