Columnas la Laguna

MIRADOR

ARMANDO FUENTES AGUIRRE (CATÓN)

El beato Jan de Ruysbroeck está casi olvidado.

Nació en el siglo XIII y vivió en ese pequeño pueblo de Bélgica, Ruysbroeck, cerca de Bruselas. Nutrido en las obras de San Agustín vivió la vida de la fe, pero tuvo siempre fe en la vida. Sostenía que la muerte no existe ni para el espíritu ni para la materia. Decía que la vida es Dios, y Dios la vida.

Una mañana le pidió permiso al prior de su convento de ir al bosque a meditar. Concedida la autorización se internó en la foresta. Metido en sus pensamientos caminó tanto que no regresó a la hora de la comida. Sus hermanos pensaron que se había perdido y decidieron ir en su busca. Se extrañaron sobremanera cuando el prior les dijo:

-Esperen a que se haga de noche. Entonces les será más fácil encontrarlo.

En efecto, cuando los monjes entraron en el bosque vieron a lo lejos un raro resplandor. Fueron hacia él y hallaron al beato Jan, cuyo cuerpo despedía una luz sobrenatural salida de su alma.

El beato Jan de Ruysbroeck está casi olvidado.

Yo lo recordé porque hoy es su día.

¡Hasta mañana!...

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