Cultura

Tenor lagunero Ricardo Estrada cautiva Bellas Artes

Es un joven que se abre camino en el mundo de la ópera

Promesa de la ópera. El lagunero Ricardo Estrada fue impulsado por su padre para que estudiara canto, debido a que le veía mucho talento y futuro. (CORTESÍA)

Promesa de la ópera. El lagunero Ricardo Estrada fue impulsado por su padre para que estudiara canto, debido a que le veía mucho talento y futuro. (CORTESÍA)

KARLA RODRÍGUEZ

Ricardo Estrada es un chico que nació enraizado al canto. Al echar el casete hacia atrás, recuerda que desde pequeño quedó prendido de las bondades de la música, su padre ya tenía una relación sólida con esta. Y fue de parte de él que escuchó por primera vez el resonar de las cuerdas de una guitarra que acompañaban a su voz al son de una melodía, para ese entonces Ricardo sin querer ya se adentraba al aprendizaje de esta disciplina.

A pesar de eso, lo consideraba un hobby, y jamás se imaginó alcanzar plataformas como el Instituto Nacional de Bellas Artes, del cual forma parte de los solistas de ensamble. Ahí, este joven lagunero ha cautivando con su voz a cientos.

Cuando sólo lo consideraba un pasatiempo divertido, su padre lo motivó a que tomara clases de canto. Sin embargo, al ser un niño que también le gustaba el fútbol y jugar con sus amigos, no le hacía del todo caso. Fue hasta una época decembrina dónde se unió con su papá a un coro navideño, conoció al maestro Evodio Seáñez y, después de ese encuentro, cuando tenía aproximadamente 13 o 14 años, su padre volvió a insistir en las clases. Fue entonces que Ricardo accedió.

SE FORMA UN ARTISTA

Poco a poco en las clases del profesor sus habilidades vocales fueron desarrollándose. Recuerda que en su primera clase al tener sus primeras vocalizaciones se percató de que no le era difícil seguir el ejercicio y, sobretodo, le gustaba bastante. Su primer acercamiento a la ópera se lo daría el maestro Evodio, debido a que le empezó a enseñar canciones de Andrea Bocelli al reconocer que era un tenor.

Estas piezas ayudarían a Ricardo a reconocer que lo suyo con el canto era más que un simple hobby. Se trataba de amor, un amor que lo ayudaría a desarrollarse como profesionista y ser humano. Después, entre los 14 y 15 años, se unió al Coro América, dirigido por el maestro Francisco Javier Valdés Barba. En este momento su acercamiento a la ópera crecería.

Durante este tiempo, el coro se presentó con óperas como Carmen y entre estas estuvo en La Zarzuela de Luisa Fernanda con la Camerata de Coahuila. Recuerda que el maestro Valdés les decía a los integrantes del coro que si querían aprenderse solistas pequeños, en caso de que no hubiese personajes o pasara algo con ellos, él los instruiría. Para Luisa Fernanda, Valdés puso el solista del saboyano, un personaje pequeño en la zarzuela que solo tenía una intervención.

Ricardo le pidió al maestro que lo instruyera. Resultó ser que para la ópera no había saboyano y, al aprenderse el solista, decidieron que él lo interpretara. Así fue como tuvo su debut solista, a los 16 años, a lado de una de las orquestas más importantes del país. Sin embargo, este logro no sería el único en su carrera.

SIN PARAR

A los 18 comenzó a pensar a cuál universidad asistir para estudiar canto. Al ver su familia que su decisión era irrefutable, decidieron apoyarlo en su sueño. Su madre no quería que se fuera a Ciudad de México por la distancia y lo que esto conlleva, así que le sugirió estudiar en Monterrey, más cerca de la familia.

Ricardo buscó si podía hacer el examen en la Escuela Superior de Música de Ciudad de México y Monterrey, sin embargo, al ser las dos del Instituto Nacional de Bellas Artes, sólo podría hacerla en una escuela, decidiendo irse a la capital por ser el núcleo de la ópera en el país.

Sacó ficha y fue a presentar los exámenes. Primero fue un examen de canto, con vocalización y un aria de antología italiana. En la segunda fase realizó un examen de solfeo y un examen psicométrico.

Se tardaron un mes en dar a conocer quienes quedaron. Recuerda con nostalgia como se preocupaban en casa por eso y su sensación incómoda al hablar sobre universidades y que harían con vida, mientras él se sentía en el limbo. Al llegar los resultados y ver que había sido admitido, preparó sus maletas y se fue a la capital, ya que después de anunciados empezaban las clases en dos semanas.

Durante sus años de universidad, formó parte de la primera generación del Diplomado en Lied, impartido por el tenor Francisco Araiza en el Conservatorio Nacional de Música. Fue elegido por el maestro Héctor Sosa para tomar ese curso. En este diplomado hacen un concierto con los siete tenores que tomaron las clases, siendo este concierto en el que cantó por primera vez en Bellas Artes.

En 2018, hizo a Nemorino en la adaptación para niños de L'Elisir d'amore de G. Donizetti con la Orquesta Filarmónica del Estado de Chihuahua teniendo al Mtro. Rogelio Riojas como director y en este año, realizó su debut como Tamino en la adaptación para niños de la ópera La flauta mágica de W. A. Mozart en Ciudad de México.

Entró como becario al Ensamble Escénico Vocal del Sistema Nacional de Fomento Musical, donde estuvo dos años y desde agosto de este año es el tenor de Solistas Ensamble del Instituto Nacional de Bellas Artes, con quienes este domingo se presentará por segunda vez en Bellas Artes como solista en el oratoria de Navidad que presentarán, conquistando los oídos de los citadinos. Ahora sigue preparándose para futuras audiciones que serán fructíferas en su futuro como cantante.

Es un joven que se abre camino en el mundo de la ópera. (CORTESÍA)
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Escrito en: Ricardo Estrada

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