La filosofía popular no se equivoca cuando elabora los refranes, proverbios o adagios. Cualquiera que sea el nombre con el que se les conozca, son sentencias cargadas de sabiduría que el pueblo aplica en situaciones idóneas para ilustrar una actitud o conducta de personas o instituciones que merecen el comentario crítico.
Para la gente resulta difícil comprender el comportamiento del Gobierno de México que preside Andrés Manuel López Obrador: Escamotea o regatea recursos públicos para las estancias infantiles; pretende suprimir el seguro popular, decisión con la cual dejaría en desamparo a un gran número de familias de mexicanos que no cuentan con los servicios del Seguro Social o del ISSSTE; reduce los apoyos institucionales a los municipios, muchos de los cuales no tienen los recursos indispensables y suficientes para satisfacer las necesidades prioritarias y ofrecer los servicios básicos a la población de las municipalidades afectadas.
Anuncia que habrá reducción en los programas sociales y que disminuirá los apoyos a la educación; las universidades, todas del país, se quejan de no recibir los recursos del gobierno federal que les permitan realizar las acciones educativas y culturales contenidas en sus programas institucionales.
Presidentes municipales de todos los partidos, en una manifestación inédita, se presentan a las puertas de Palacio Nacional solicitando ser recibidos por el Presidente de la República, para plantearle lo inconveniente que resultaría eliminar o reducir los montos de recursos federales en el Presupuesto de Egresos de la Federación para el ejercicio fiscal 2020, recibiendo como respuesta de parte de los elementos de seguridad del gobierno, disparos de gases lacrimógenos que tienen como objetivo disolver la manifestación y desbloquear las puertas de Palacio que impedían el libre acceso al edificio donde se hallan las oficinas presidenciales y de varias dependencias federales; propósito que logran, con la consiguiente frustración y desilusión de los ediles que regresan a sus oficinas municipales con las manos vacías, mascullando su repudio al gobierno federal, cuyo titular prometió en campaña que las cosas cambiarían y que en su gobierno el pueblo sería escuchado y atendido.
Desconciertan las posturas contradictorias que asume el titular del Poder Ejecutivo Federal: cede y satisface las demandas de los normalistas del Estado de México que secuestran a choferes para lograr sus propósitos; mientras que desatiende las peticiones de las universidades del país que exigen mayores recursos para cumplir sus funciones, argumentando que "no cederé a presiones aunque paralicen el país".
Extraña esta conducta del presidente porque siendo universitario, se esperaba que daría un total apoyo a las instituciones universitarias de nivel superior; pero por lo visto su política social es diferenciada y de privilegios.
Se especula por analistas de la situación política mexicana, que los gobiernos estatales y los ayuntamientos emanados del partido del Presidente, tendrán un trato preferencial en cuanto a la asignación de recursos presupuestales, con la consecuente marginación de los gobiernos locales pertenecientes a otros partidos; de ser así, sería una más de las cuestiones contradictorias del actual régimen presidencial.
En el asunto de las corrientes migratorias provenientes de países centroamericanos, el gobierno federal desarrolló una política de auxilio, de apoyo irrestricto ofrecido a los miles de salvadoreños, hondureños, costarricenses y de otras nacionalidades, ofreciéndoles incluso empleos para solventar su crítica situación, mientras en México tenemos miles de ciudadanos desempleados, con trabajos temporales y mal remunerados, constituyendo un ejemplo más de la actitud diferenciada en el tratamiento de los problemas que aquejan al país.
Comenzó por permitir y facilitarles la entrada a nuestro país, cuando pudo haberlos detenido en la frontera, pues su ingreso anunciaba una crítica problemática difícil de resolver, lo cual no hizo sino hasta que Trump amenazó con enviar tropas e invadir México para detenerlos y no llegaran a Estados Unidos.
La Secretaria de Gobernación, tan inteligente que se veía como Ministra de la Corte y tan ingenua que se ve en el cargo federal que hoy ostenta, argumentó que México siempre ha desarrollado una política de apoyo a los pueblos hermanos, con lo que podemos estar de acuerdo, pero seguramente aceptará que primero son y están los mexicanos.
Al depuesto expresidente de Bolivia, repudiado por el pueblo, le da un trato de héroe, ofreciéndole asilo político cuando Morales ni siquiera lo había solicitado; le envía un avión de la fuerza aérea mexicana para trasladarlo a la Ciudad de México, donde es recibido por el Secretario de Relaciones Exteriores como si aún fuera jefe de Estado, haciendo verdaderas peripecias para lograr sacarlo de Bolivia. Esto realmente es absurdo e inaudito.
Por si lo dicho fuera poco, finalmente lo instala en una suite de alto nivel en donde el depuesto político boliviano goza de todas las comodidades, "que no tiene ni Trump", como él decía de Obama. Además Morales viola las reglas del derecho internacional público pues hace política y llama a la violencia desde nuestro país. Y el gobierno se lo permite.
El presidente López Obrador da la impresión de que desea quedar bien con los países extranjeros, desdeñando o restando importancia a los problemas de los mexicanos que vemos con temor e impotencia como cada día crece la violencia y la inseguridad, poniendo en peligro la endeble paz social que hay en nuestro país.
Los mexicanos queremos tranquilidad para poder desempeñar nuestras actividades cotidianas; que nuestros niños vayan a su escuela seguros y confiados para que puedan asimilar los conocimientos que les trasmiten sus profesores; que éstos, tengan las garantías suficientes para poder desempeñar en condiciones ideales su noble misión. Recuérdese que sin educación no hay progreso; que los trabajadores acudan a la fábrica al, taller, sin el temor de ser asaltados en el camino y despojados de sus pertenencias; que los campesinos labren la tierra y rieguen los sembradíos para producir los alimentos que necesita México, en un clima de tranquilidad. En fin que tengamos paz y armonía.
López obrador cree que los mexicanos somos felices. Así lo dice en sus mensajes publicitarios: "La gente está contenta, se le ve feliz, porque sabe que tiene un nuevo gobierno que no es corrupto, que está acabando con la corrupción". Pero como puede serlo, si ve que le interesan más los de afuera, que los de adentro. Por eso le son aplicables dos de los refranes mexicanos más populares: "Celoso de la honra y desentendido del gasto" (Quiere que haya progreso y regatea los recursos). "Candil de la calle y oscuridad de su casa" (Ofrece y otorga más apoyo a las causas exteriores que dar atención y buscar solución a lo que padecen los mexicanos).
Noviembre 24 de 2019
