¿O CÓMO ERA?
Los refranes son divertidos, pero es más divertido oír los cambios que le hace el "habla popular" a los refranes porque no sabe o porque no entiende bien lo que sentencia ese proverbio o simplemente por despiste, porque hay mucha gente que se le olvida la forma correcta del refrán y dice lo primero que se le ocurre, que tal vez suena parecido pero a veces se convierte en curiosas frases que nos hacen reír en serio.
Árbol que crece torcido, jamás será vencido.
De tal palo, tal ladilla.
Donde una puerta se cierra, éntrale por la ventana.
No hay mal que también no venga.
Existen muchos de estos refranes que se convierten en dislates en nuestro lenguaje. ¿Qué es un dislate? Pues un disparate, que es una palabra del latín disparatus, que significa "separar, dividir, lanzar en direcciones diferentes". La idea es que cuando alguien dice un disparate, lo que está diciendo se está separando del uso de la lógica y de la razón.
Al que madruga, dos lo ayudan.
Lo que se ha de remojar, que se vaya remojando.
Es un grito a voces.
Yo no tengo vela que me entierren.
Son todos ejemplos de refranes muy conocidos, tomados por algunas personas que son un poco distraídas y que -probablemente sin darse cuenta- le cambiaron algunas palabras convirtiéndolos en un disparate… aunque algunas, debo decirle, que no son tan disparatadas; de hecho, se convierten en otros refranes que también guardan cierta sabiduría.
Más sabe el diablo por diablo que por viejo.
Cuando el río suena, déjalo correr.
Matrimonio y mortaja, a él se lo rajan.
Ni tanto que alumbre al santo, ni tanto hasta que se queme.
¿Qué tal?
Soy Don Juan Recaredo… compártame sus dudas y comentarios: [email protected], Twitter: @donjuanrecaredo.
ME PREGUNTA:
Jorge Castro: "¿Qué es originalmente un alfeñique?"
LE RESPONDO:
Alfeñique se le llama a una pasta de azúcar cocida y estirada en barras muy delgadas.
LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA:
No me preocupa el terrorismo; estuve casado por diez años.
