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A toro pasado

JULIO FAESLER

Aparentemente no hay mucho caso en volver sobre temas resueltos. El tema de la revocación del mandato es uno. El Senado ya consagró este mecanismo después de que pasó uno días antes por la Cámara Baja.

Sobraban razones para no aprobar el mecanismo etiquetado como de "democracia directa". La más importante de todas era el estado de precariedad que se origina al abrir la posibilidad de finiquitar antes de tiempo la gestión del presidente o gobernador. Una proporción del electorado relativamente fácil de reunir puede desafiar al gobernante y con su destitución lanzar al país no a una nueva elección sino simplemente al desorden que surge con la designación de un sustituto escogido al gusto del partido que domine el Congreso en ese momento.

Desempeñar el puesto con la seguridad de que el período para el cual fue electo el mandatario se respetará es indispensable para dar firmeza y credibilidad a sus decisiones, muchas veces difíciles o incluso impopulares. Lo contrario es someter la visión y valentía del gobernante a los índices de su popularidad e introducir la preocupación por sostener en alto sus perspectivas políticas. La salud y el desarrollo de la comunidad exigen acciones que a veces incomodan algún sector y nunca faltarán intereses que aticen movimientos populistas si el recurso de la revocación del mandato está a la mano.

Pero la decisión sobre la Revocación del Mandato está tomada. Criticar a toro pasado es tan inútil como conjugar verbos en subjuntivo.

El caso anterior se asemeja a otros donde hay muchas probabilidades de que resulten equivocados. Las decisiones como el del aeropuerto de Santa Lucía cuya primera piedra virtual se colocó ayer gracias a la soberbia de creer que se puede pasar por encima de las certificaciones que corresponden a las autoridades internacionales sobre aeropuertos, o lo que es igualmente crucial, la interrogante sobre la aceptación de los pilotos internacionales de volar simultáneamente en zonas del altiplano mexicano de dudosa seguridad. El que cualquiera de estas instancias se niegue a considerar a Santa Lucía como aeronáuticamente aceptable introduciría un daño irremediable para el turismo que es una actividad señera en nuestro esquema económico nacional. Este sería otro toro que se nos pasó.

También será inútil pretender corregir las desastrosas entregas la CNTE que el gobierno ha cedido en materia de preparación y disciplina del magisterio oficial. Los ciudadanos lo hemos presenciado, impotentes, y solo nos quedará lamentar, a toro pasado, los estragos a nuestra niñez y juventud que son objetos de un defectuoso profesorado rebelde a ser calificados y a someterse a una certificación de calidad.

Otro caso lo estamos viendo en la defenestración, obviamente tardía, del secretario general del sindicato petrolero, ordenada en estos días por el Ejecutivo. Este líder, denunciado por la opinión pública y por los medios desde hace 26 años cuya gestión ha sido altamente corrupta. Ahora por arte de magia se difunden numerosas condenas a su persona, su familia y a su administración. En este caso hace tiempo que pasó el toro.

Un ejemplo más es la tardanza en reaccionar que nos está llevando a dejar indefensas a algunas industrias que son dañadas por la competencia desleal de productos extranjeros que se venden en nuestro mercado a precios inferiores a su costo de fabricación mexicana. No hemos aplicado las barreras necesarias para proteger a nuestras empresas afectadas. Esperando a que un toro pase, se pierden empleos. Más se perderán si no aprendemos a actuar con madurez en muchos de nuestros intercambios comerciales.

Pero nuestros tiempos a veces nos juegan chanzas. El asunto es curioso. En el caso de la segunda versión del TLCAN, el T-MEC, ansiosos, nos adelantamos a los acontecimientos haciendo que el Senado ratificara el texto antes de que finalizara el sexenio de Enrique Peña Nieto, y antes de que nuestros socios, Estados Unidos y Canadá lo hiciera.

Hoy en día existen presiones en esos dos países para no aprobar el texto sin introducir modificaciones en lo laboral y lo ambiental. México se ha opuesto a toda alternación del texto que firmó. Estamos atados a la versión que suscribimos. Si en Washington u Ottawa la cambian, tendremos que pedirle a nuestros senadores que rescaten a este toro que esta vez, increíble, se nos adelantó.

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