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Tiburón ballena

Tecnología, al servicio del gran tiburón ballena

Durante las últimas tres décadas los tiburones ballena han disminuido sus poblaciones 50% en todo el mundo

El Rhincodon typus es el pez más grande del mundo: supera las 30 toneladas y mide hasta 20 metros de longitud, pero está amenazado por varios factores. (ARCHIVO)

El Rhincodon typus es el pez más grande del mundo: supera las 30 toneladas y mide hasta 20 metros de longitud, pero está amenazado por varios factores. (ARCHIVO)

EL UNIVERSAL

Su enorme tamaño no los salva. Durante las últimas tres décadas los tiburones ballena han disminuido sus poblaciones 50% en todo el mundo. El Rhincodon typus es el pez más grande del mundo: supera las 30 toneladas y mide hasta 20 metros de longitud, pero está amenazado por varios factores que incluyen contaminación de los mares, pesca ilegal, degradación de sus hábitats e, incluso, malas prácticas en la actividad turística que gira en torno a su avistamiento.

Un reciente estudio del Centro Nacional Oceanográfico de la Universidad de Southampton reveló que este colosal animal marino, que se desliza por los mares "pastando plancton" gracias a un peculiar sistema de filtración del agua, es en realidad más "hogareño" de lo que se pensaba y rara vez se aleja de sus aguas de alimentación favoritas.

Para rastrear qué tan lejos se movieron los tiburones ballena, los científicos examinaron casi 4 mil 200 fotografías de unos mil 200 tiburones ballena tomadas de distintas áreas de distribución. Es importante recordar que los tiburones ballena poseen un patrón único de manchas sobre su piel que facilita su identificación y seguimiento. Los especialistas también midieron la composición isotópica de sus tejidos mediante pequeños parches tomados de la piel de estos peces. Cada región que habitan se refleja en estos isótopos, por lo que estos datos también se convirtieron en una especie de "pasaporte biológico" que registró su bitácora de viaje.

Los dos conjuntos de información mostraron que la mayoría de los machos jóvenes no viajaron lejos: nadaban a solo unos cientos de kilómetros de sus zonas de alimentación. Los autores de este estudio consideran que los resultados destacan la necesidad de proteger poblaciones específicas de tiburones ya detectadas, sin asumir que los tiburones de grupos sanos repoblarán los grupos perdidos. Además, la conservación de tiburones ballena también brinda importantes beneficios económicos para las poblaciones donde habitan porque la posibilidad de ver a estos animales marinos se ha convertido en un gran atractivo turístico en muchas regiones costeras del mundo y México no es la excepción.

Guaridas a la mexicana

La principal zona de agregación del tiburón ballena en nuestro país se encuentra en la punta norte de la península de Yucatán, a alrededor de 18 kilómetros de isla Holbox; pero otro importante lugar de avistamiento de la especie se localiza en el Pacífico. Aproximadamente 20% de los tiburones ballena jóvenes que llega al Golfo de California se distribuyen entre las bahías de los Ángeles y de la Paz. Precisamente en Bahía de la Paz desde hace dos años se implementó una estrategia para reducir las heridas causadas por embarcaciones turísticas.

Desde septiembre de 2017 se puso en marcha una estrategia para reducir el impacto de las lanchas a estos animales, que incluye el monitoreo en tiempo real con tecnología GPS en todas las embarcaciones de prestadores de servicios de avistamiento, así como un protocolo que considera varias medidas: rastreo con radio para entrar y salir de la zona de observación de la especie; entrenamiento y certificación obligatorios para guías y capitanes, acompañamiento de guías certificados a bordo y un programa de tarifas voluntarias para financiar patrullas de vigilancia en el agua.

Enrique Sanjurjo, subdirector de Ecosistemas Marinos del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) México, señala que el tiburón ballena es una especie considerada en México como amenazada y que en todo el mundo se enfrenta a los problemas que tienen en peligro a la mayoría de las especies marinas, como el cambio climático y la contaminación por microplásticos. El calentamiento de las aguas afecta la distribución del plancton y las larvas de las que se alimenta, mientras que los microplásticos generan problemas que aún no se dimensionan. También esta especie tiene que enfrentar los embates que siguen representando las llamadas redes de deriva, cortinas invisibles que flotan sobre el agua y que resultan imperceptibles para los mamíferos marinos.

Existen muchas partes del mundo donde el consumo directo de su carne aún es muy cotizado. Si a ello se le suma que estos animales alcanzan la madurez sexual hasta los 22 años, se disminuye la probabilidad de éxito de reproducción.

"Incluso la actividad turística puede ser un factor amenazante, si no se realiza con las precauciones necesarias", señala Sanjurjo. Es por esto que se empezaron a desarrollar estrategias para tener más controlada esta labor.

Desde hace dos años se empezaron a integrar dispositivos GPS para tener más controlada la velocidad de las lanchas turísticas en la zona de avistamiento. "El dispositivo se coloca en el motor, pero es un accesorio que no se puede ver ni extraer con facilidad". Si no se cumplen las disposiciones de las autoridades ambientales de no ir a más de 7 nudos (alrededor de 13 kilómetros por hora) hay sanciones que van desde llamados de atención hasta multas económicas de 150 mil pesos. El recuento, según cifras de la alianza WWF-Fundación TELMEX Telcel que ha apoyado el proyecto, es que a la fecha han disminuido 16% las colisiones con los animales.

De acuerdo con los datos otorgados por Jorge Rickards, director General del WWF México, de 88 tiburones identificados, se detectaron lesiones en 62% durante la temporada 2016-2017; la cifra hoy se ha reducido a 46%.

Sanjurjo señala que hay muchas cosas que aún no se conocen sobre la especie, pero desde hace una década reaparece en Bahía de la Paz. A partir de ese momento hay un mayor acercamiento de los científicos con más herramientas para conocer más sobre sus hábitos y número de individuos, pero también se retoma el avistamiento turístico, que en un primer momento, explica, inicia de manera muy rudimentaria, pues había aproximaciones exageradas a los animales y la gente incluso los tocaba.

En la actualidad existe un plan de manejo en la zona, pero sólo es para operadores turísticos. La idea es concretar el plan de protección, en donde se van a poder regular de manera más amplia las actividades en esta área que se decretó como refugio el año pasado. Según datos de la Dirección General de Conservación para el Desarrollo de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), en 2018 se publicó en el Diario Oficial de la Federación el acuerdo por el que se establece el Área de Refugio para tiburón ballena en Bahía de La Paz. Sin embargo, aún falta la publicación final del Programa de Protección.

La fotoidentificación de los ejemplares de tiburón ballena se ha vuelto una herramienta cada vez más eficaz para su protección en todo el mundo. La ciencia ciudadana ha sido muy importante en este proceso, pues dado el furor turístico en diversas costas, la gente obtiene imágenes y con el apoyo de datos sobre el lugar y momento de captura de la foto se puede subir a páginas como whaleshark.org. Esta es otra herramienta que ayuda a los científicos a realizar el seguimiento.

Viendo a la cámara

Sanjurjo señala que en la Bahía de la Paz se han realizado estudios de fotoidentificación de alrededor de un centenar de ejemplares. Su reconocimiento, según las pistas de su "huella digital" en las manchas de su piel, da la oportunidad de reconocer alguna herida en los especímenes, que puede ir desde un simple raspón hasta un "propelazo", una herida más profunda que incluso puede resultar mortal.

Para el especialista esta estrategia de protección a la especie que integra la labor de más de una década de ONG, científicos, instituciones gubernamentales y redes de voluntarios puede ayudar a desarrollar de mejor forma el turismo y puede ser replicada para la protección de otras especies que también se han convertido en foco turístico.

En esta misma zona del país, señala, sería muy fácil implementar este tipo de protocolos para otros lugares donde las riquezas de la naturaleza se han convertido en un importante atractivo, como la vecina Isla Espíritu Santo, con su llamada lobera, una próspera colonia de lobos marinos.

El Parque Nacional Archipiélago de Espíritu Santo mantiene una zona marina protegida que consta de 587 km2 e incluye dos poligonales. Desde el 14 de julio de 2005, las islas y áreas naturales protegidas del Golfo de California forman parte de la lista de sitios Patrimonio Natural Mundial de la Humanidad de la UNESCO. Muchas de las embarcaciones que viajan a este lugar son las mismas que realizan actividades con el tiburón ballena, así que los dispositivos colocados podrían funcionar para el monitoreo satelital en ambos ambientes.

Para Sanjurjo, un importante reto para proteger otras especies del Mar de Cortés sería modificar los hábitos de observación en torno a la ballena jorobada en Los Cabos, donde la búsqueda de fiesta por parte de los turistas con la constante ingesta de bebidas alcohólicas puede empañar la experiencia conservacionista. De igual forma, este plan de manejo con monitoreo satelital también podría replicarse en otras zonas con gran afluencia turística, como la Riviera Maya o la Riviera Nayarit.

Mientras tanto avanza la búsqueda para un mayor conocimiento del tiburón ballena en todo el mundo. Un trabajo publicado por el Programa de Investigación del Tiburón Ballena en las Maldivas señalaba que tomando repetidas mediciones submarinas no invasivas de tiburones vivos en el transcurso de una década (anteriormente este tipo de investigaciones requería obtener vértebras de especímenes muertos) lograron determinar que los tiburones ballena machos pueden vivir hasta 130 años, pero lamentablemente esta esperanza de vida, mayor a los entre 70 y 100 años que se les calculaba, no significa que tengan más herramientas para sobrevivir al constante embate de los humanos.

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