Columnas la Laguna

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

"Kung Fu" es el nombre de una de las más exitosas series en la historia de la televisión. Trasmitida en 63 episodios entre 1972 y 1975 narra las aventuras en el Oeste americano de Kwai Chang Caine, un monje chino diestro en esa disciplina, el kung fu, que le permite hacer frente a los ataques de los malos a pesar de ser él hombre pacífico. El rol protagónico fue desempeñado por David Carradine, hijo de John Carradine, uno de los más conocidos actores de carácter de Hollywood. Nacido en 1936, David murió trágicamente hace 10 años, en Bangkok, Tailandia, a consecuencia de un raro accidente relacionado con cosas de erotismo. Segundo en importancia entre los personajes de la serie es el maestro Po, mentor del Caine en su niñez y juventud. El papel del sabio monje ciego estuvo a cargo de Keye Luke, quien muchos años atrás había actuado en la célebre película "The good earth", basada en una novela de Pearl S. Buck, Premio Nobel de Literatura. En "Kung Fu" conmueve la relación entre el anciano Po y su joven discípulo, al que llama "pequeño saltamontes". Es la relación de un amoroso padre con un hijo que ansía aprender el bien y evitar todas las formas que en el mundo adopta el mal. Lejos de ese contexto que brinda abundantes motivos para la reflexión, y al margen de las dramáticas historias que forman la serie, he relatado aquí un cuento paródico de aquellos episodios que muchos todavía habrán de recordar. He aquí esa narración. El estudiante Caine le dice a Po: "Maestro venerado: desde niño he vivido en el convento, y tengo la sensación de que no he hecho nada en él". Responde el filósofo: "Dime, pequeño saltamontes: ¿has seguido el furtivo paso de los ciervos por las fragosidades y quebradas de los altos montes?". "Sí, maestro -responde Kwai Chan Caine-. He seguido el furtivo paso de los ciervos por las fragosidades y quebradas de los altos montes". "Y dime -vuelve a preguntar el filósofo-: ¿has aspirado el perfume de las flores de loto que crecen en la superficie de cristal del estanque en cuyas quietas aguas nadan los dorados peces?". "Sí, maestro -vuelve a contestar el joven discípulo-. He aspirado el perfume de las flores de loto que crecen en la superficie de cristal del estanque en cuyas quietas aguas nadan los dorados peces". "Otra cosa dime -pide el maestro Po-. ¿Has salido del lecho a medianoche para tratar de oír en la bóveda celeste la música que las estrellas cantan a su paso por la insondable vastedad del cosmos?". "Sí, maestro -replica nuevamente Caine-. He salido del lecho a medianoche para tratar de oír en la bóveda celeste la música que las estrellas cantan a su paso por la insondable vastedad del cosmos". "¡Pos por eso no has hecho nada en el convento, güey! -estalla el maestro Po-. ¡Te la has pasado en puras tonterías!". Con ese cuento queda completa la sección de humor. Pasemos ahora, aunque el paso sea demasiado brusco, a otro tema distinto por completo, perteneciente al ámbito de lo informativo. El Presidente de la República, licenciado Andrés Manuel López Obrador, quien hace meses envió una carta al Rey de España demandándole que nos pida perdón por los abusos que sus ancestros cometieron en la conquista de México, dijo que no ha olvidado eso, y añadió que también se debe pedir perdón por hechos del pasado como el destierro de los yaquis y el asesinato de ciudadanos chinos en nuestro país. También dio a conocer que está planteando -con todo respeto- que se reconsidere lo de la excomunión de los Padres de la Patria. Temas de enorme importancia son ésos, digo yo, cuya atención seguramente ayudará a resolver los graves problemas que hoy por hoy afronta México. FIN.

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