Columnas la Laguna

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

"Estaba yo follando con mujer casada cuando llegó el marido y me apuntó con su pistola-relató Afrodisio Pitongo-. Salté por la ventana y eché a correr. El hombre me disparó. Dos veces oí silbar la bala". Preguntó uno: "¿Cómo dos veces?". "Sí -confirmó Afrodisio-. Una vez cuando la bala me pasó a mí y otra cuando yo pasé a la bala". Pepito reprobó el examen de Historia. Su tía Aña lo reprendió: "En mis tiempos yo podía decir los nombres de todos los presidentes de México". "Sí, tía -admitió Pepito-. Pero entonces eran solamente dos o tres". Pomponona, mujer frondosa y en plenitud de edad, iba a casar con don Valetu di Nario, senescente caballero. Días antes del casorio le dijo: "Sé bien que eres ya señor de edad, pero quiero que me prometas que me harás el amor por lo menos dos veces en el año: el día de mi santo y en nuestro aniversario de bodas". "¡Santo Cielo! -exclamó don Valetu consternado-. ¡Tenía que tocarme una ninfómana!". Babalucas salió de su casa esa mañana. Le preguntó a uno que pasaba: "¿Qué horas son?". Respondió el interrogado: "Las 8 menos 5". "No puede ser -opuso el tontiloco-. ¿Las 3?". En la fiesta una joven señora comentó: "A mi marido le gusta mucho el beisbol. Lo juega todos los domingos". "¿De veras? -se interesó uno de los invitados-. Y ¿qué posición le gusta?". "Ése es otro tema" -se ruborizó la muchacha. Dos trogloditas les dieron sendos garrotazos a dos mujeres y luego cada una arrastró a la suya por los cabellos y la llevó a su respectiva cueva. Un tercero, sonriendo con galantería, le dio un ramo de flores a otra y luego la llevó del brazo a su caverna, que estaba ya repleta de mujeres. Uno de los trogloditas le comentó a su compañero: "Inventó un nuevo método, y parece que le está dando buenos resultados". Don Algón y su socio vieron que los empleados y empleadas de la oficina habían formado parejas y estaban refocilándose sobre los escritorios o en el piso. Le dijo Don Algón a su socio: "No sé qué pienses tú, pero a mí me parece que esto de la hora del café ya está degenerando mucho". Cuatro recién casadas coincidieron en el lobby del hotel donde pasarían su noche de bodas. En el curso de la conversación supieron que el marido de una de ellas tenía 20 años, el de la segunda 30, el de la tercera 40 y el de la cuarta era ya de edad madura. Acordaron encontrarse ahí mismo la mañana siguiente. Ya reunidas se saludarían diciendo cada una "Buenos días" tantas veces como su esposo le hubiera hecho el amor en el curso de la noche nupcial. El día siguiente, en efecto, se juntaron. La del marido de 20 años saludó con una gran sonrisa: "¡Buenos días! ¡Buenos días! ¡Buenos días!". La del esposo de 30 años saludó, también sonriendo: "¡Buenos días! ¡Buenos días!". La del marido de 40 saludó igualmente contenta: "¡Buenos días!". Y dijo la cuarta desposada: "Hola". Aquel hombre tenía la sospecha de que su esposa lo engañaba y contrató a un detective para que la siguiera. Al día siguiente el investigador le dio el informe: "La señora estuvo en dos bares de mala muerte y luego entró al Motel Kamawa". "¡Ira de Satanás! -clamó el marido, que en su juventud había leído novelas de Salgari-. ¿Cómo fue qué hizo eso mi mujer?". Explicó el detective: "Lo estaba siguiendo a usted". Susiflor se iba a casar. Pocos días antes de la boda accedió a estar en la intimidad con su futuro esposo, al fin y al cabo faltaban ya pocos días para el desposorio. Terminado el amoroso trance, en el cual la novia tuvo un desempeño que dejó a su galán ahíto y satisfecho, Susiflor le preguntó: "¿Después de esto ya no me vas a preguntar si sé cocinar?".FIN.

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