Esta semana se definieron los cambios más notables en la Iglesia Católica Apostólica y Romana, dos movimientos que han pasado inadvertidos en la prensa mexicana, pero que son estratégicos en el proyecto de Francisco y en la distribución del poder eclesiástico en México. La creación de 13 nuevos cardenales le da hegemonía en el Cónclave para la designación del sucesor, de los cuales sesenta y siete han sido designados por Francisco. Hay 17 africanos, 9 estadounidenses, 4 canadienses y 3 mexicanos, 20 de América Latina y el Caribe, 16 asiáticos, 4 de ellos de la India, 55 europeos, de ellos 20 italianos, más 4 de Oceanía. Ha incrementado la presencia de los cardenales de origen religioso: 5 salesianos, 4 jesuitas y 3 franciscanos. Ello implica una pérdida de poder de los diocesanos y empoderamiento de los jesuitas y sus aliados (salesianos y franciscanos). Además de la pérdida de influencia del bloque europeo, particularmente los italianos. La designación del nuevo Papa tendría un perfil muy diferente, al igual que la Iglesia Católica Romana transformada por Francisco.
La batalla por el control de la Iglesia Católica mexicana, una vez más "pasa por Roma". Es muy probable que el Sínodo de la Amazonia consagre sacerdotes casados, inspirados en los conceptos de la Teología India, que en México impulsaron los Obispos Samuel Ruíz García y Raúl Vera, entre otros; sin descartar nuevos roles para las mujeres en la Iglesia Católica. Es importante señalar que lo que cuestiona Francisco es una Iglesia en manos de hombres célibes, pero no castos, como se describe en el reciente libro Sodoma. Poder y escándalo en el Vaticano de F. Martel, el autor abiertamente gay desenmascara el poder de las redes gays y pederastas, que, considera que son alrededor del 80% del personal de la Curia Romana. Lo más notable es que estos funcionarios corruptos son quienes impulsan las posiciones homofóbicas, la protección de pederastas y la agenda conservadora dentro de la Iglesia, además de respaldar regímenes fascistas y de derecha. Los conservadores ambicionan un cisma excomulgando a Francisco, quien responde entre otras cosas con auditorias en el Banco del Vaticano procesándolos por lavado de dinero. Martel reivindica, al igual que Francisco, una iglesia para los pobres, los marginados y los desposeídos.
Esto repercute directamente en la configuración de los grupos de poder al interior de la Iglesia mexicana; el bloque mayoritario de obispos designados en la época de Girolamo Prigione y Marcial Maciel ha presionado para que los candidatos a nuevos obispos sean de su tendencia, consolidando así un grupo de poder burocrático que a su vez depuraba en los seminarios a sacerdotes disidentes. La corriente mayoritaria del Episcopado mexicano fue cuestionada por Francisco en su discurso de la Catedral en 2016 y éste respalda a una minoría de obispos y a los religiosos y religiosas que lo apoyan. La derecha católica mexicana se lanzó a movilizar la agenda conservadora, particularmente su oposición al aborto y el matrimonio igualitario. Los católicos que respaldan a Francisco se agrupan en torno a Solalinde, los obispos religiosos (Saltillo, Ecatepec, Chilapa-Chilpancingo entre otros) y el arzobispo Garfias Merlos de Morelia y un sector de la Iglesia mexicana que viene desde la época de Corripio Ahumada. Debemos entender la decisión reivindicadora de Francisco de designar cardenales a Sergio Obeso y Suarez Inda, quienes tienen un respaldo firme, pero discreto, del Nuncio Franco Coppola.
Recientemente cambió la dirección editorial de Desde la Fe, quien dejó de lanzar sus vitriólicas editoriales cuestionando la 4T, no es casual que Aguiar Retes ofrezca la "otra mejilla" a las feministas que le lanzaron objetos en la Catedral, eligiendo así una política de no confrontación. Roma tiene siempre cómo disciplinar a quienes se apartan de la línea del Papa.
