Columnas la Laguna

MIRADOR

ARMANDO FUENTES AGUIRRE (CATÓN)

Usted no se imagina, licenciado, las que Abundio me ha hecho.

Doña Rosa me cuenta las tropelías de su marido, el viejo cuidador de nuestra casa en Ábrego.

-Ya sabe usted lo que es "el chivo", licenciado.

Sí lo sé. Tal nombre recibía la pequeña cantidad que en forma cotidiana le daba "el jefe de la casa" a su esposa para las compras de ese día. Se consideraba que la mujer no tenía capacidad para cuidar bien el dinero, y así el marido le daba su señora sólo "el diario", o sea lo estrictamente necesario para un día. Él podía malgastar todo lo demás.

-Una mañana -prosigue doña Rosa- Abundio se salió y me dijo: "Sobre la mesa de la cocina te dejé lo del chivo". Poco después fui a la cocina. En la mesa no había ningún dinero: estaba solamente el manojo de hierba que cada día le dábamos de almorzar al chivo del corral.

Don Abundio dice que casi todo lo que doña Rosa cuenta de él son invenciones.

Yo sé que todo lo que dice don Abundio es invención.

¡Hasta mañana!...

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