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El PAN octagenario y con tarea

JULIO FAESLER

CELEBRANDO EL 16 DE SEPTIEMBRE DÍA DE LA INDEPENDENCIA.

El PAN nació como respuesta al gobierno del Presidente Lázaro Cárdenas del Río que tuvo por propósito aterrizar al nivel popular los postulados de la Revolución de 1910 expresada en Planes Sexenales a cuya sombra se consolidaba un régimen que exaltaban el reparto de tierras, concebía una sociedad compuesta por un pueblo reglamentado por sus dirigentes. El control electoral era extremo. No existían elecciones confiables y pacíficas. Se había montado una maquinaria política cimentada en organizaciones populares. Una parte importante de la población, especialmente la urbana, sufría la institucionalización de una caótica reforma agraria, frecuentemente mal ejecutada.

Por otra parte, el licenciado Manuel Gómez Morín, chihuahuense de clase media, de Batopilas y uno de los afamados 7 Sabios, había aportado su talento para la creación de varias entidades públicas entre otras, el Banco de México que él diseñó y del que fue su primer director. La experiencia en el gobierno daba a Gómez Morín los conocimientos indispensables para proponer un esquema político y social de convivencia nacional sin desplantes militares. Así, junto con otras personalidades, creó el Partido Acción Nacional, el 16 de septiembre de 1939. Este organismo político fue el resultado de una larga y profunda consulta particularmente con José Vasconcelos.

Así se inició la "brega de eternidades" que anunció Gómez Morín para abrirle al pueblo de México la puerta efectiva para que determinase libremente su destino. El tema rebasaba la cuestión de "sufragio efectivo no reelección", principio completamente distorsionado y burlado durante innumerables décadas en los comicios manejados a conveniencia del partido en el poder.

Se definía en esos años la línea que el país seguiría para su desarrollo y la suerte de elementos constitutivos de una nueva sociedad como era el respeto a la función social de la propiedad privada y el control de las decisiones del gobierno que se justificaba al referirse como fiel, continuador y respetuoso de la cultura mestiza. Arraigada ésta más allá de los trecientos años de colonia, penetraba en las raíces originales de México. A mitad del Siglo XX, momento en que se creaban en el hervor dinámico de la evolución las instituciones políticas y administrativas que fijarían la fisonomía del México moderno, era necesario ajustar esta visión reduccionista del país, que había sido adaptada a las conveniencias oficiales del gobierno. La propuesta del PAN ofrecía un equilibrio entre los propósitos de la Revolución que se institucionalizaba y la idea de una sociedad que respetaba a todos dentro de una democracia en su sentido más fecundo.

La crítica coyuntura de aquel momento se replica hoy día, al inicio del Siglo XXI, en que la Cuarta Transformación que el presidente López Obrador postula un cambio radical en los paradigmas políticos y económicos consistente en abandonar los principios neoliberales que han estado vigentes en los últimos 35 años para instaurar un nuevo capítulo con una utópica convivencia justiciera, sin corrupción y sin violencia.

Si el PAN cumple su objetivo esencial propondrá como en 1939, el camino que más le conviene al país basado en los principios del bien común apoyados en solidaridad y subsidiaridad que resolverán los dilemas actuales. La oposición al régimen de AMLO no es tan diametral como sí lo era en 1939 en que las fronteras conceptuales eran más claras para el ciudadano. Hoy día todo el mundo esgrime respeto a la democracia, principio que se burló en casi todo el Siglo XX. Por otra parte, muchos de los que hoy se declaran cerradamente contrarios a lo que representa la 4ª Transformación no están dispuestos a llevar su oposición hasta los extremos donde peligrasen sus intereses, en contraste con los muchos panistas que en su momento sacrificaron su bienestar personal en aras de salvaguardar los principios democráticos en que creían.

Hoy, muy distinto a 1939, prevalece un clima mundial de desconcierto político por la falta de liderazgos y la falta de rumbos consensados. Los Estados Unidos, los países europeos y desde luego los latinoamericanos, se han contagiado y la crisis de los partidos ha engendrado confusiones donde la ironía consiste en que un simple llamado a elecciones libres agudiza el problema.

El PAN se ubicará correctamente, si propone al electorado medidas específicas y prácticas para dar una atención eficaz a las demandas populares más elementales que son casa, vestido, sustento, seguridad y empleo… así de simple, sin adjetivos.

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