Con puntualidad de golondrinas aparecieron en mi ciudad los vendedores de banderas mexicanas.
Se acercan ya las fiestas patrias, y revive en estos días nuestro espíritu nacionalista, adormecido o apagado el resto del año.
Me alegro al ver en las esquinas o los parques a las mujeres y hombres que ofrecen su patriótica mercadería a peatones y automovilistas. El verde, blanco y rojo de la enseña me recuerdan mis tiempos escolares, cuando todos los lunes, antes de empezar las clases, rendíamos homenaje a la bandera con recitaciones de poemas cívicos y entonación del Himno Nacional.
La llegada cada año de los vendedores de banderas y banderitas me hace pensar que sigue vivo en nosotros el amor a México que nuestros mayores nos inculcaron. Por encima de ideologías políticas y credos religiosos nos une ese común amor, el de la patria.
Que ese sentimiento nos mantenga unidos, venga lo que viniere.
¡Hasta mañana!...