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La mitad del camino

No hagas cosas buenas...

ENRIQUE IRAZOQUI

Fiel a su estilo personal de gobernar, sobrio, discreto, sencillo y cálido, el gobernador del estado de Durango, José Rosas Aispuro Torres, está ya próximo a iniciar su segunda mitad de su sexenio el próximo domingo 15 del año en curso.

Tres años han pasado ya desde que en Durango se inauguró la alternancia política a nivel estatal con la llegada del entonces candidato Aispuro, arropado por una coalición de partidos encabezados por Acción Nacional para sacar al PRI por primera vez de la primera magistratura.

En 2016 en su segunda intentona por convertirse en gobernador luego de haber perdido en 2010 las elecciones representando ya al PAN luego de una larguísima trayectoria política en el Partido Revolucionario Institucional ante Jorge Herrera Caldera, alfil político del todavía poderoso y actual diputado federal Ismael Hernández Deras, el actual gobernador ganó las elecciones formando una mancuerna opositora con el hoy exalcalde de la capital, doctor Juan Ramón Enríquez Herrera, otrora cuadro político consentido de Ismael y que de manera fulminante fue separado de ese rebaño convirtiéndose en rival político del mismo.

Con un amplio capital político construido por décadas de trabajo, el doctor en Derecho Rosas Aispuro ganó con claridad los comicios, impulsado definitivamente por lo que aportó en ese entonces Enríquez, quien también ha hecho mucha labor social desde tiempo atrás, particularmente en el ramo de la oftalmología en la capital en la que finalmente se convirtió en su alcalde.

Lo inaudito es que tan pronto el segundo asumió el poder se dedicó desde su posición de presidente municipal de la capital del estado a confrontarse con su compañero de campaña, el propio gobernador Aispuro. Así pues, aunque en teoría el gobernador del estado y el presidente de la capital provenían de la misma coalición, en realidad Aispuro Torres inició su mandato con un edil capitalino contrapunteándolo, mientras que en La Laguna tanto Gómez Palacio como Lerdo eran presididas por las priistas Juana Leticia Herrera Ale y María Luisa González Achem respectivamente. Así pues inició su sexenio el actual gobernador, con la obligación de hacer uso de sus reconocidos oficios políticos para mantener la cordialidad y trabajo conjunto con los principales municipios del estado. Además al comienzo de su mandato sin mayoría en el Congreso local, lo forzaba por otra parte a tener una intensa negociación con la bancada priista.

Debido a una reforma ordenada por el Congreso de la Unión, las entidades federativas se vieron obligadas a realizar al menos uno de sus tres procesos electorales (gobernador, alcaldes y diputados locales) en conjunto con el calendario electoral federal, eligiéndose para este caso homologar la renovación del Congreso, así el año pasado junto con las elecciones en que arrasó Andrés Manuel López Obrador, su partido MORENA arrasó con los distritos y consiguió amplia mayoría en el poder legislativo local. Un escenario más complejo para el gobernador, quien tenía que soportar los embates de Enríquez, transitar políticamente con las priistas presidentas laguneras y ahora negociar con una mayoría aplastante de MORENA. También hay que considerar que su administración habrá tenido al final que transitar primero con Enrique Peña Nieto del PRI, y con el propio AMLO de MORENA.

Pues con todo este complejo escenario, José Rosas Aispuro llega a la mitad de su ejercicio gozando de buena aceptación. Ejercicios realizados por medios nacionales que suelen levantar encuestas para ver las posiciones de los gobernadores, reiteradamente posicionan al gobernador duranguense dentro de los primeros cinco mejor evaluados. No hay escándalos ni señalamientos de corrupción y el tema tan delicado de la seguridad, es un asunto de presunción ser la cuarta entidad con mejor percepción de seguridad en el país.

Sin embargo, el gobernador José Rosas Aispuro Torres tiene una asignatura pendiente y en que desafortunadamente muy poco se ha avanzado, además de la carente obra pública de relevancia y la vergüenza de que el nuevo hospital general de Gómez Palacio siga sin operar: el desarrollo económico.

Durango es por desgracia el estado norteño más atrasado en materia económica y durante este sexenio poco se ha hecho para sacarlo del atolladero en que por décadas ha permanecido. Las tasas de desempleo abiertas lo ubican entre los estados con mayor porcentaje de desocupación, con cifras que rebasan el 4.1 % de la PEA (población económicamente activa), y peor aún, aparece como uno de los últimos estados en atraer inversión. En 2018 Durango ocupó la posición 24 de 32, mientras que Coahuila, el tercero, aun cuando La Laguna es un vaso comunicante.

El problema económico es multifactorial y es imposible que solo el gobernador lo pueda resolver, pero sin lugar a dudas ahí su gestión puede obtener mejores frutos si toma medidas diferentes a las que ha decidido en estos primeros tres años. Así como se le critica al presidente de México que el país creció 0 % en el segundo trimestre y por lo tanto sin crecimiento es imposible sacar de la pobreza a grandes porciones de la sociedad, igualmente Durango requiere dinamismo en las inversiones que generen empleo y actividad económica, si es que existe el deseo de impulsar al estado del rezago económico.

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