Columnas la Laguna

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

En el lecho conyugal la desilusionada señora le dijo a su apenado esposo: "No guardaste nada para la jubilación ¿verdad?". Ya conocemos a Capronio: es un sujeto ruin y desconsiderado. Le comentó a su mujer: "¡Ah, ese cuerpo porno que tienes!". Preguntó ella, halagada: "¿De veras tengo este cuerpo porno?". "Sí -confirmó Capronio-. Por no hacer dieta, por no hacer ejercicio.". La encuestadora entrevistó a Babalucas: "¿Cuántas veces le hace usted el amor a su esposa en la semana?". Contestó el badulaque: "Cuatro". "Felicidades -lo congratuló la chica-. Su vecino lo hace sólo una vez". "Bueno -replicó Babalucas-. Yo tengo más derechos que él. Después de todo soy el marido". En el caso de los padres de hijos con cáncer, y de su protesta por la falta de medicamentos para ellos, no caben ni la indiferencia ni la demagogia del Gobierno. Estamos en presencia de un crimen causado por la omisión, la negligencia, la mala administración. Y no es posible ya culpar a los colaboradores del Presidente, como se hacía en los pasados tiempos: al Presidente mismo se debe responsabilizar de este atentado cometido igualmente en otros campos de la salud pública donde la errática política de austeridad decretada por López Obrador ha provocado carencias y desabastos de todo orden. "Los pobres primero", predicaba el entonces candidato en sus campañas. Y, en efecto, son los pobres los que primero están sufriendo las consecuencias de un régimen fincado en la voluntad de un solo hombre y en sus cotidianas e imprevisibles ocurrencias. Séame permitido ilustrar este tema con una ligereza. "¡Organización, señores! ¡Organización!" -gritaba un individuo en medio de la orgía. Alguien le preguntó: "¿Por qué pides organización?". Explicó el sujeto: "Porque a mí me han dado ya tres veces, y yo todavía no he podido darle a nadie". Lo mismo le demandamos a la gente de la 4T: organización, señores; organización. La profesora les dictó a los niños el cuento de la gallina de los huevos de oro. Al final de la clase Juanilito le preguntó a Pepito: "La palabra 'huevos' ¿se escribe con v o con b?". "No estoy seguro -respondió Pepito-. Por si las dudas yo puse: 'La gallina de los tanates de oro'". Conceptuoso vocablo usó el chiquillo. El término "tanates", derivado de la lengua náhuatl, sirve entre otras acepciones para nombrar a los testículos, por el parecido de éstos con la bolsa -tanate- usada por los trabajadores de las minas para extraer el material. "Mi marido es hombre de muchos tanates" -dijo una señora para encomiar el arrojo de su esposo. "No es cierto, comadrita -la corrigió otra-. Yo solamente le he tentado dos". En algunas regiones del país se usaba el escroto de los toros, vale decir la bolsa que contiene los testículos del animal, previamente tratada, para llevar objetos, sobre todo monedas. Felicitemos a Pepito por su riquísimo vocabulario mexicano. En el baile casero estaba una guapa señora toda de negro hasta los pies vestida. De pronto se oyeron los acordes de una sabrosa cumbia, y uno de los invitados nombró a la atractiva dama. Así se decía antes cuando un hombre le pedía a una mujer que bailara con él: nombrarla. "Está bien -aceptó la señora la invitación del tipo-. Pero báileme despacito, por favor. Estoy de luto". La mamá del muchachillo adolescente le ordenó que fuera a confesarse, pues llevaba ya tres semanas de no hacerlo. En el confesonario le dijo el mozalbete a don Arsilio: "Acúsome, padre, de ser bígamo". "¿Cómo es eso?" -se asombró el buen sacerdote. "Sí -confirmó el adolescente-. Cambio de mano". (No le entendí). FIN.

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