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Contra la CNDH

DENISE DRESSER

Se busca al AMLO demócrata. Pelo blanco, ojos castaños, proveedor de datos ciertos y verificables, creyente en los contrapesos a su propio poder, promotor de la transparencia y transformador de instituciones. Se busca a alguien comprometido con los procesos democráticos, que actúa sin venganzas, sin descalificaciones, sin paranoias, sin manotazos, sin impulsar la destrucción total del andamiaje que le permitió llegar al poder. Se busca al AMLO que podría ser y el país necesita. El que prometió, en campaña, cumplir todas las recomendaciones emitidas por la CNDH. Ese Andrés Manuel defensor de los derechos humanos y adalid de su protección. Ese líder de antaño, ahora perdido, extraviado, reemplazado por un político más que prefiere deshacerse de organismos incómodos que lo auscultan, lo vigilan, exigen que rinda cuentas y gobierne con honestidad. Si alguien tiene información sobre su paradero, comuníquese al 911.

Porque en su lugar está un Presidente que miente como lo hace sobre la CNDH en el tema de las estancias infantiles, con el objetivo de desacreditar a la institución y desmantelarla. No es cierto que la Comisión promueva una agenda de partido conservador o haya guardado silencio sobre la Guardería ABC. No es cierto que el 50 por ciento de las estancias infantiles no tuviera condiciones mínimas de seguridad y que un censo de la Secretaría de Bienestar demostró la corrupción en ellas. Si tienen "otros datos", AMLO y los suyos deberían presentarlos, porque hasta el momento embisten sin evidencia. Sin haber revelado el padrón que supuestamente detectó la existencia de 97,180 niños fantasma. Sin haber atendido la exigencia del INAI de hacer públicas las irregularidades en las estancias que llevaron a su cancelación. Sin haber presentado estudios que demuestren cómo la entrega de dinero en efectivo a los padres -mediante una "voucherización" al estilo neoliberal- sea una política pública más justa, progresista y eficaz que lo desmantelado. El Gobierno no impugna a la CNDH a partir de su desempeño; lo hace porque no quiere recomendaciones críticas o acciones de inconstitucionalidad incómodas o acompañamiento a las víctimas que se acumulan en esta administración o reportes sobre los descalabros en el sector salud o que el pueblo feliz sepa cómo la 4T transforma pero violando derechos.

Derechos humanos que la CNDH nació para proteger y denunciar cuando son violados desde el poder como lo hecho en Tanhuato, Tlatlaya, Apatzingán o Ayotzinapa. Y no siempre ha actuado de manera autónoma, no siempre ha cumplido con su misión fundacional. A veces se postró ante el presidente en turno y obedeció sus instrucciones como cuando interpuso una acción de inconstitucionalidad contra la despenalización del aborto bajo Calderón. A veces guardó silencio cuando debió haber denunciado, simuló cuando debió haber expuesto. A veces no fue contrapeso sino comparsa y su titular fue elegido por la vía de cuotas y cuates. Se ha convertido en un monstruo burocrático que amerita ser adelgazado y cuyas recomendaciones deben ser más claras y comprensibles. Es imperfecta y mejorable. Pero la arremetida sistemática de AMLO a la Comisión no demuestra la voluntad de corregir; evidencia el imperativo de destruir. No demuestra el deseo de enmendar errores sino la intención de fabricar enemigos para después ir tras ellos. Desde que la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal emitió una recomendación crítica sobre el plantón postelectoral del 2006, López Obrador ha odiado la autonomía de las instituciones que lo cuestionan.

Ese es el trasfondo de la iniciativa de Morena en el Senado para que el titular de la CNDH sea nombrado directamente por el Presidente y se convierta en una "Defensoría del Pueblo". Agresión disfrazada de cambio necesario. Ataque a la CNDH para revertir su autonomía y descafeinar aún más su labor. Anuncio de una nueva institución que sí defenderá al pueblo cuando en realidad protegerá al gobierno. Argumentación seductora para darle "más dientes" a la Comisión, pero tramposa porque AMLO decidirá a quién muerde y nunca será a uno de los suyos. El ombudsman "obstructor" será sustituido por el ombudsman obediente, al que le dictarán cuáles derechos proteger y cuáles derechos denegar. Y esta abdicación colectiva será defendida por un Presidente que parecía ser demócrata, pero nosotros tenemos otros datos.

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