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Las palabras tienen la palabra

YA ME LAS OLÍA

COLUMNA PÓSTUMA DE JUAN RECAREDO

Le habrá pasado que un buen día pasa usted por cierto lugar y el olor de las flores le provoca que recuerde su niñez, porque en aquel patio de la casa donde creció usted había un cierto tipo de flores que olían así. Según dicen los investigadores del fascinante cuerpo humano, de todos los sentidos con los que contamos, el que tiene más capacidad de atraer rápidamente recuerdos de la memoria, es el olfato.

Cuando yo era pequeño, hace ya algunos años, pasaba la mayoría de las tardes de verano en un club deportivo en el que mis padres tenían membresía. Poco me acuerdo del lugar, pero cada vez que percibo el olor del diesel en combustión -o sea, de humo de camión- en mi mente se dibuja plenamente la imagen del club que le digo. Lo que pasa es que, por varios años, al lado de club había una central de camiones y constantemente entraban y salían del terreno vecino, así que a eso olía. Le hablo ya de hace muchos años, pero me sigue sucediendo… ¡qué curioso!

Hay una gran cantidad de expresiones que usamos en nuestra vida diaria relacionadas -algunas veces metafóricamente- con el sentido del olfato. Si hablamos de olores desagradables -y peligrosos- tenemos el famoso olor a gas. "¡Huele a gas!" grita alguien alarmado por ahí, y sale otro sabihondo sangrón -como su servidor, o sea yo- explicando que: "el gas que se usa para combustión doméstica es inodoro, no tiene olor, pero se le pone uno para que te des cuenta cuando hay un escape y que sirva como aviso de alarma…" Para cuando lo digo, ya todo mundo huyó del lugar del peligro, porque una fuga de gas puede hacer explosión. Ahora que, cuando alguien grita alarmado: ¡huele a gas! puede ser que se esté refiriendo a gases estomacales y esos no necesitan que se les ponga olor porque generalmente ya lo traen, por cierto, no muy agradable y definitivamente también causa alarma.

El sentido del olfato es de gran utilidad, sin embargo, existen personas que no tienen ese sentido; a ellos se les llama anósmicos. La palabra "anosmia" viene del griego an que equivale a "sin" y osmé que quiere decir "olor". ¡Qué difícil debe ser vivir sin tener la oportunidad de disfrutar el aroma de las flores, el olor a tierra mojada -que se llama "petricor"- o el olor a comida sabrosa que nos hace despertar el hambre! Por cierto, no vaya a confundir la mencionada "anosmia" con la "anomia", que también es una palabra aceptada en el diccionario pero que, entre otras cosas, se refiere a un trastorno del lenguaje que impide llamar a las cosas por su nombre. Anomia también es la ausencia de ley o de normas sociales… y bueno, cuando a mí me dicen que las normas no existen, algo "me huele mal".

Decimos así: "este asunto me huele mal" cuando sospechamos que hay algo turbio, que algo malo se esconde debajo de la superficie. Y si al final de cuentas se demuestra que teníamos razón y sale lo malo, decimos que "ya me las olía".

¿Qué específicamente eran las cosas que se olía el individuo? No sé… ni necesito saber.

Soy Don Juan Recaredo… Compártame sus dudas y comentarios. [email protected], Twitter: @donjuanrecaredo.

ME PREGUNTA:

Gabriel Nuncio: "En un escrito vi que decía 'fuerza inexpugnable', ¿qué es eso?".

LE RESPONDO:

Lo inexpugnable es algo que no puede vencerse o conquistarse.

LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA:

La audacia se adquiere conociendo el mundo y la discreción conociendo al hombre.

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