Año con año crece en México la afición por el motociclismo, y en últimos tiempos por el automovilismo en campo traviesa; utilizando motocicletas, cuatrimotos, jeeps y ahora en las últimas décadas vehículos "Razor", que son adaptaciones de vehículos de cuatro ruedas diseñados para desplazarse en caminos dificultosos, ya sean empinados, ondulados, lodosos, aterrados y llenos de obstáculos, a gran velocidad.
En esta disciplina, quienes la practican tienen la oportunidad de sentir la adrenalina que se derrama por el hecho de conducir o participar en máquinas que suelen moverse a velocidades y particularmente aceleraciones que estimulan al cerebro a derramar la hormona.
A la par de disfrutar el vértigo de la velocidad, el motociclismo y automovilismo practicado en el monte ofrece a quien lo vive la oportunidad de gozar la naturaleza de los paisajes que se van encontrando en sus recorridos. Es común también que esta disciplina se practique en grupo, ya que las pinchaduras de neumáticos, descomposturas, accidentes y hasta extravíos suelen ocurrir cuando se realiza dicha práctica, lo que ciertamente le otorga la categoría de deporte extremo; se necesita indudablemente valentía para realizarlo.
En este contexto, la semana pasada se llevó a cabo una edición más de la carrera denominada Coahuila 1000, que tiene ya varios años realizándose. La justa cuenta con dos versiones principales: la de rally, que es una competencia de velocidad, y la de ruta, en la que la intención es realizar un recorrido similar sin la presión de la competencia en sí, pero expuesta a los mismos avatares que los corredores de carrera.
La Coahuila 1000 tiene su antecedente cercano el recorrido denominado "Nazas-Bravo", que surgió en 2006 y el cual consistía en hacer una ruta entre las ciudades de Torreón y Acuña, linderas de los ríos Nazas y Bravo respectivamente.
Con el paso de los años, el evento fue tomando cada vez mayor trascendencia en cuanto a organización de calado en general, para luego transformarse en la Coahuila 1000, que justo este año modificó su trazado original sensiblemente y marcó su salida en la capital del estado, Saltillo, para pernoctar en Cuatro Ciénegas y al día siguiente apuntar el rumbo hacia San Pedro, Francisco I. Madero, Matamoros y terminar justo en las instalaciones de la Feria de Torreón.
Esta decisión, si bien es cierto priva a los municipios norteños de la visita con la que solían contar en años anteriores, también incluye la región más poblada del estado, dándole mayor trascendencia al desafío y una más amplia exposición, además de darle la oportunidad a otras comunidades y rancherías coahuilenses de recibir a las decenas de pilotos que atraviesan sus territorios.
La Coahuila 1000 de apenas el fin de semana pasado se realizó con éxito absoluto; la organización y realización misma del evento genera una derrama estimada en el estado, según cifras oficiales, de más de 30 millones de pesos e indudablemente es una ventana importante para la atracción del turismo y del deporte en general, que encuentran en la Coahuila 1000 una oportunidad para recorrer largos trechos del campo coahuilense que exponen su territorio para los participantes de tan exigente carrera.
Vivir la ruta Coahuila 1000 es una experiencia inolvidable, no obstante, los retos que impone el propio recorrido, entre obstáculos, lodazales, charcas (que en esta ocasión fueron muy pocas debido a la sequía que se está viviendo), terregales cegadores para los pilotos y particularmente temperaturas cercanas a los 50 grados durante dos días, exigen al máximo a todos los participantes.
Enhorabuena para los organizadores de Coahuila 1000 que han llevado a buen puerto este evento debido a su empeño y arduo trabajo, y también al respaldo que le ha dado a la misma el gobernador del estado, Miguel Ángel Riquelme Solís, aficionado a estas prácticas y que, según sus propias palabras, personalmente él la ha recorrido en cuatro ocasiones, lo que le ha permitido conocer a él y a todos los participantes el territorio coahuilense desde sus propias entrañas.
