Con 18 historias de horror narradas por otros tantos reporteros que padecieron esa amarga experiencia -ocho varones y diez mujeres- (no todos superaron las agresiones, pues uno de sus camaradas, Eliseo Barrón Hernández- fue asesinado y otro más que no tenía nexos directos con el gremio, apaleado hasta perder un riñón y posteriormente la vida, entre los casos más patéticos, conforman el libro "La Tropa del silencio-Memorias periodísticas desde un campo de batalla", escrito por José Carlos Nava Vargas, periodista y académico de la Universidad Autónoma de Coahuila.
Se trata de un libro de alto impacto pues se refiere a homicidios, secuestros, golpizas, intimidaciones a punta de pistola y quema de vehículos sufridos en un lapso de seis años por los reporteros, reporteras y trabajadores que desempeñaban sus labores en diferentes medios de comunicación, al grado de que algunos tuvieron que renunciar, otros a refugiarse en sus casas por largo tiempo y varios más a emigrar al extranjero en busca de seguridad para ellos y sus familias.
Su cercanía y roces forzados por razones de trabajo con una delincuencia embozada, los llevó a enfrentar una ola de violencia en la Comarca Lagunera registrada del 2007 al 2013, la cual puso de manifiesto el poder del narcotráfico infiltrado en los cuerpos policíacos, acusados de corrupción y complicidad con los delincuentes.
"Se atravesó un carro negro y bajaron dos personas armadas, nos encañonaron y se metieron al coche, ordenando que siguiéramos a otro vehículo que iba adelante… "pa quien ch. trabajan, hijos de su p. madre. ¿Quién de ustedes se quiere morir primero?," dice uno de los reporteros secuestrado junto con su camarógrafo durante los motines en el Cereso, refiriéndose al insultante interrogatorio y a las torturas a que fueron sometidos. "Quemaron el vehículo de trabajo y a cambio de nuestra liberación, exigieron la transmisión de unos videos con acusaciones contra funcionarios de Coahuila en el sentido de formar parte de una organización rival".
Es extensa la entrevista y en los capítulos subsiguientes hay desahogos similares, con quejas y señalamientos del poco o nulo apoyo de las empresas periodísticas del mismo modo atemorizadas por el narco, dejando solos a sus trabajadores en una guerra "ni pedida ni deseada", ellos empeñados en difundir la noticia y los maleantes en impedirla. Indefensos pero valientes, los compañeros pusieron el ejemplo a costa de su integridad física.
La muerte de Eliseo Barrón Hernández "brutal y cobarde" sacudió a la Comarca Lagunera, sobre todo a sus compañeros de profesión, cuyo temor se acentuó con los subsiguientes secuestros y amenazas que sembraron más miedo y más autocensura. En esa etapa de crisis, el reportaje cambió su esencia: nada de reportajes de campo, mucho menos la cobertura personal en el caso de motines carcelarios y concretarse solamente a los boletines de prensa y los comunicados. Cinco trabajadores de El Siglo de Torreón, sin nexos con la redacción, fueron confundidos, secuestrados y apaleados. Uno de ellos -Angelito- perdió un riñón; afectado física y emocionalmente y a pesar de un trasplante, falleció meses después.
Cuatro años de investigación invirtió el maestro José Carlos en esta tarea de rescatar las voces de quienes actúan como informadores en medio de la turbulencia "con solo una libreta, una pluma y audacia para meterse a las zonas de alto riesgo: "me cayó una mujer encima y con el golpe se me jodió la región ciática" se queja un reportero que se "lanzó" a cubrir la noticia en medio del tiroteo en el estadio de futbol.
"La tropa del silencio-Memorias periodísticas desde un campo de batalla" no sólo es un compendio de relatos azarosos; lo complementa un estudio analítico y académico del problema.
