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Cae el primer pez gordo

ACTITUDES

JOSÉ SANTIAGO HEALY

Sin duda el encarcelamiento de la exsecretaria del Gobierno de Peña Nieto, Rosario Robles Berlanga, ha sido la noticia de mayor impacto a nivel nacional durante esta semana.

La orden de un arresto preventivo la dio el juez Luis Felipe Delgadillo el martes pasado luego de que Rosario Robles fue sometida a un largo interrogatorio por el sonado caso de la "Estafa Maestra" donde dependencias federales, universidades y otras organizaciones públicas birlaron unos 5,073 millones de pesos del erario público.

Aunque el confinamiento de Rosario fue celebrado ampliamente en las redes sociales, algunos medios de comunicación cuestionaron la acción del juez y otros se dieron a la tarea de defenderla cuando sabemos que la exfuncionaria pública no es ninguna blanca palomita.

Difícil entender la postura de escritores de prestigio, entre ellos Sergio Sarmiento, cuando primero se dedican a criticar a las autoridades por su falta de acción en materia de corrupción y luego la condenan cuando se deciden a tomar medidas al menos de tipo precautorio.

Estamos de acuerdo en censurar los excesos cuando por ejemplo un comando militar o policiaco irrumpe en un domicilio privado para arrestar a un presunto delincuente dejando una estela de daños y de sufrimiento entre los familiares del perseguido.

Pero el hecho de que Rosario Robles -quien por cierto se las sabe de todas, todas-sea obligada a quedarse en el penal ante el peligro de una fuga, no debiera provocar ningún malestar público salvo en el caso de la afectada y de sus abogados a quienes evidentemente les falló su estrategia.

En contraste, el exdirector de Pemex, Emilio Lozoya, sobre quien pesan varias acusaciones graves, brilla por su ausencia y su abogado el controversial Javier Coello Trejo, se da el lujo de presumir que presentará a su cliente hasta que existan las condiciones legales para ello.

Ante ello preguntamos: ¿puede un abogado esconder abiertamente a un prófugo de la justicia sin caer en un delito grave?

Rosario Robles es indudablemente un ícono de la corrupción, la prepotencia y el influyentísimo en México. Desde su llegada a la jefatura del Gobierno de la Ciudad de México en 1998, en sustitución de Cuauhtémoc Cárdenas, Robles incurrió en escándalos políticos que se repitieron con cierta frecuencia a lo largo de su carrera política.

"Un rosario de desfalcos", tituló el periódico Reforma en su primera plana del miércoles la serie de irregularidades en los que ha participado como servidora pública.

En mayo del 2001 fue acusada de beneficiar a constructores y de inflar los presupuestos para campañas de publicidad.

En esos años inició una relación sentimental con el empresario Carlos Ahumada, quien posteriormente fue a dar a prisión por participar en los videoescándalos de funcionarios del Gobierno capitalino de López Obrador, posterior al de Robles.

Como dirigente nacional del PRD, Rosario tuvo un desempeño desastroso que la llevó a renunciar en marzo del 2004 dejando al partido sin fondos y con una deuda millonaria.

En febrero del 2018 se destapó el megaescándalo de la "Estafa Maestra" donde la Secretaría de Desarrollo Social desempeñó un papel central cuando Rosario Robles Berlanga era la titular.

Es cierto, no sabemos a ciencia cierta cuál es el nivel de culpabilidad de la exsecretaria y si merecerá larga condena o si saldrá en breve bajo fianza al estilo de muchos políticos influyentes.

Lo que sí sabemos es que existe un fraude por 5,073 millones de pesos en contra del erario público y que debe investigarse y castigarse con todo el peso de la ley.

Por todo lo anterior no debe sorprender que una figura siniestra con largo historial como Rosario Robles se le dicte prisión preventiva en tanto se esclarecen el resto de los cargos en su contra.

Celebremos, pues, que la Fiscalía General y las autoridades judiciales hayan tomado el toro por los cuernos y no como ocurría en el sexenio de Peña Nieto quien sin el menor recato le dijo públicamente a la hoy inculpada: "No te preocupes Rosario".

NOTICIA FINAL…

Se defendió fuerte en Sonora el secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo Moreno. Sostuvo que hay inteligencia en el combate financiero e inteligencia en la investigación judicial para llevar a los criminales ante la justicia y no solo atacarlos como ocurría en el pasado. En lo que parece ser el signo de los nuevos tiempos, tres militares -dos generales de división y un coronel- además de dos capitanes de la Marina, serán los nuevos directores de seguridad en Hermosillo, Ciudad Obregón, Navojoa, Guaymas y Empalme.

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