En el artículo anterior nos referimos a la falta de un PND para México. Faltaba ahondar un poco más en el tema.
El Estado es responsable de procurar a todos los habitantes de México las mejores condiciones posibles para su desarrollo personal. La primera tarea es cuidar de la salud de los mexicanos con un servicio nacional de salud que provea atención oportuna y eficaz, incluyendo el abasto puntual de medicinas, a todos sin discriminación alguna. Nadie debe sucumbir a una enfermedad curable. La atención debe darse en clínicas sostenidas con recursos públicos. Hace pocos días varios exsecretarios de salud lamentaron la desaparición del Seguro Popular que venía operando y sin que los nuevos programas lo sustituyan.
La segunda tarea que corresponde al gobierno es lograr un sistema de educación de alta calidad. El problema es de fondo no sindical. Se trata de aplicar métodos didácticos y con ellos la formación de la base cultural nacional en cada individuo. La educación existe para producir ciudadanos conscientes de sus las potencialidades y preparados para realizarlas. La formación del carácter del mexicano nace en la familia para luego reforzarse en la escuela donde el individuo se relaciona con su comunidad.
El gobierno debe buscar que en la escuela se imparta un espíritu que infunda al individuo respeto a todo, incluso a las convicciones religiosas, lo que contribuya a la evolución general de la sociedad. Hay que instilar en cada ciudadano la consciencia de que su país tiene un papel que jugar en el conjunto internacional de naciones. En la escuela se enseñará el cuidado a los factores ambientales que hay que cuidar para defender los bienes heredados de anteriores generaciones. Este tema se relaciona con la seguridad alimenticia que es la siguiente prioridad dentro del plan de desarrollo que el Estado tiene que atender. Favorecer la producción agrícola, pecuaria y pesquera supone salarios mínimos que permitan al trabajador adquirir al menos la canasta básica. Esta responsabilidad se refiere a la oportunidad de ocupar un empleo digno y decente como lo manda lo dispuesto por la OIT. De igual manea hay que corregir la exagerada brecha que existe entre clases económicas.
Dentro del plan de desarrollo figura ofrecer vivienda digna a todos los habitantes del país. Desde Luis Echeverría contamos con las instituciones trilaterales para atender a esta necesidad.
Las infraestructuras sociales, económicas y políticas arriba descritas el país tienden las bases necesarias para construir sobre ellas la vocación de México ante si mismo y ante el mundo como una comunidad sólidamente integrada por contar un plan de desarrollo que estructure claramente nuestra estrategia para la prosperidad en justicia.
Las experiencias de países que han alcanzado altos niveles de vida señalan que sus planes de desarrollo parten de la creación de las industrias pesadas principalmente la de aceros y químicos y transporte. Inglaterra, Alemania, Francia, Estados Unidos e incluso Japón fortalecieron en primer lugar su fuerza económica interna para luego proceder a realizar sus vocaciones particulares. Siguieron su ejemplo otros países que se distinguieron por haber salido de su condición colonial a de actores internacionales importantes. Ningún país del mundo ha tenido éxito en aumentar sus niveles de vida sin un plan claro que armonizara la acción de su gobierno con su sector productivo.
México ya tiene una buena infraestructura de industria pesada que inaugurada desde fines del Siglo XIX y principios del XX. Contamos hoy con una gama de más de 4 millones de pequeñas y medianas industrias que ocupan 72% del empleo nacional. Ellas aportan 52% del Ingreso Nacional. Si la finalidad última de crear industrias es para crear empleo y elevar abastecer el mercado interno y exportar es elevar el nivel de vida de las mayorías, las cifras del CONEVAL indican que todavía estamos lejos de esta meta. Resulta inexplicable impulsar industrias que no cumplen su cometido de aliviar la pobreza. Hoy México es el decimoquinto exportador del mundo y su pueblo sigue pobre.
Si ya tenemos infraestructura y numerosas industrias una de las razones del retraso está en sustracción de la riqueza que se produce atribuible a la corrupción impune adolecemos. La corrupción ha existido en todos los tiempo y lugares. Contra ella se ha luchado, nunca con éxito total, en otros países para reducirla a proporciones policial y judicialmente manejables.
El desarrollo socioeconómico de nuestro país tiene que vencer la debilidad que le impone la corrupción general que drena recursos se hace imposible si no contamos con programas sectorales suficientes y mucho menos con el programa maestro que jerarquice y coordine a todos. Es una inaplazable urgencia que, en primer lugar, el presidente de la república formule un llamado convencido y enfático a la unidad nacional a la acción de todos los sectores a enfrentar con dignidad y eficacia los retos del país en lo económico y lo social incluso las amenazas que nos lanza el vecino al norte. Esta llamada a la unidad omitirá críticas y desprecios a los opositores del régimen. Entrado ya en el sexenio no hay lugar a la constante disculpa por a ineficacia de algunas acciones de este gobierno haciendo referencia a administraciones anteriores.
Un segundo paso sería que el presidente de la República creara y presidiera una comisión formada por los miembros de su gabinete y representantes de la sociedad empresarial y de la sociedad civil, para examinar los acontecimientos nacionales y extranjeros que afectan a México. Se recomendarían las acciones que deben emprenderse. La creación de esta entidad consultiva es urgente independientemente de que exista un plan de desarrollo formal.
Hay que apurarnos.
