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ANDRÉS ROSALES VALDÉS

Hoy en día, aunque desde luego el foco de atención no se quita del salario económico, ahora son más valorados, sobre todo por las nuevas generaciones de jóvenes, otro tipo de retribuciones no económicas que se conocen como "salario emocional", que es un término asociado a la retribución de un trabajador en la que se incluyen cuestiones de carácter no económico, cuyo fin es satisfacer las necesidades personales, familiares y/o profesionales del trabajador, mejorando la calidad de vida del mismo, fomentando la conciliación laboral.

En los tiempos actuales, el salario económico de cada quincena ya no es tan importante y las empresas deben ofrecer incentivos no económicos por lo que las personas se sientan identificadas, valoradas y permanezcan por más tiempo en la organización. El salario emocional es indispensable en la gestión de talento de las empresas, pero eso no significa que a las personas no se les deba pagar lo que merecen por su trabajo, sino que hay elementos adicionales que las empresas pueden ofrecer a sus colaboradores que son más importantes que el propio sueldo. A pesar de que la atracción del talento es uno de los principales beneficios de esta práctica, es una herramienta muy eficaz para reducir el ausentismo laboral y obtener un mayor compromiso de todos los que conforman la organización.

El dinero es la forma principal que existe para garantizar que el colaborador obtenga una compensación por su trabajo, un salario emocional tiene al menos tres ventajas: el psicológico, cuando los trabajadores ven que la empresa vela por sus necesidades personales, se sienten motivados y su trabajo reconocido, lo que ayuda a reducir el estrés y aumentar su compromiso; la motivación: ofrecer horarios flexibles, home office, o beneficios como el cuidado de niños ayuda a los padres a conciliar su trabajo y su vida familiar, algo que impulsa también su productividad; y, autodesarrollo y mejora: los cursos de desarrollo de capacidades, programas de coaching o formación en idiomas ayudan a los colaboradores a mejorar como personas y también como profesionales.

Hay ocasiones en que las empresas no pueden asumir un incremento en las retribuciones y, en esos casos, si se desea motivar a sus colaboradores, hay que plantearse asumir el salario emocional como una herramienta poderosa, aunque tampoco debe abusarse de ella.

Cuando un trabajador se siente feliz, aumenta su sentido de identidad y de pertenencia a la organización, su fidelidad, su compromiso y su lealtad hacia la institución, y todo ello en su conjunto es caldo de cultivo para aumentar la productividad, para disminuir la resistencia al cambio y para poder emprender proyectos, implementar innovaciones y en general para elevar la satisfacción del colaborador hacia su trabajo y hacia la empresa.

También es conveniente señalar que invertir en el salario emocional muchas veces tiene un costo menor para la empresa que el salario económico. Además, muchas de las acciones para mejorar la motivación, el clima organizacional, el equilibrio trabajo-familia y felicidad de los empleados en ocasiones no tienen ningún costo para la empresa.

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