Columnas la Laguna

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

"¡Adúltera!" -le gritó a su esposa don Cornulio en paroxismo de iracundia cuando la sorprendió en el lecho conyugal con un sujeto. "Lo soy -reconoció ella sin turbarse-. Pero vamos a ver: tú eres vanidoso, ambicioso, codicioso, envidioso, perezoso, avaricioso, rencoroso, baboso, desidioso, fastidioso, mentiroso, celoso, flatoso y amargoso. Y a mí ¿qué otro defecto me encuentras?". Después de muchos afanes y sacrificios el padre Arsilio consiguió por fin terminar las obras de construcción de su iglesia. Se consternó, entonces, cuando el sacristán le dijo: "Señor cura: tendremos que hacer más alto el campanario". "¿Por qué?" -se apuró el buen sacerdote. Explicó el sacristán: "Sobró mecate de la campana". Un académico de altos méritos que tenía ya licenciatura y maestría terminó de cursar el doctorado en una prestigiosa institución. Buscó algún trabajo que correspondiera a a su categoría, pero no pudo hallar ninguno. Buscó en la sección de empleos de la página de avisos económicos del periódico local, y vio uno que le llamó la atención. Acudió al domicilio que en el anuncio se indicaba y grande fue su sorpresa al descubrir que se trataba de una mancebía, casa de trato, ramería, congal, manflota, burdel o lupanar. La dueña le informó: "Su trabajo consistirá en poner sábanas limpias en las camas y retirarlas después de cada ocupación". "¡Señora mía! -se ofendió el académico-. ¡Soy Doctor en Altos Estudios!". "No importa -respondió la madama-. Le daremos capacitación". La canguro hembra, madre de dos crías, le comentó a su amiga: "Odio estos días de lluvia cuando los niños se quedan a jugar en la casa". "Con todo respeto, señorita." -le dijo el tipo a la guapa mujer que tenía al lado en la barra del lobby bar. De inmediato ella se puso a la defensiva, pues en estos tiempos a la expresión: "Con todo respeto" generalmente sigue un ataque o agresión. Se tranquilizó, sin embargo, cuando el individuo completó la frase: "Tiene usted unas hermosas piernas". "Gracias -replicó la bella dama-. Y las cuido mucho. Mis piernas y yo somos las mejores amigas". Aventuró el tipo: "Pero supongo que no será inseparables". Con el primer rayo de sol del nuevo día acabó la noche nupcial. Los recién casados se dispusieron a gozar el dulce sueño que sigue al amor bien cumplido. Antes, sin embargo, la novia le dijo a su flamante maridito: "Mi mamá me contó una mentira". Preguntó él: "¿Qué mentira te contó?". Relató ella: "Me dijo que esta noche me sucederían cosas que nunca antes me habían pasado, y no me pasó nada que antes no me hubiera sucedido ya". En la habitación 210 del popular Motel Kamawa el galán le dijo a su dulcinea: "Sé que tu papá me quiere, que tu mamá me adora, que tus hermanos me ven ya como cuñado, que tus abuelitos me miran con cariño y tus tíos y tías me tienen gran afecto. El único problema es tu marido". El anticuario le hizo saber a la señorita Himenia: "Eso en que está usted sentada tiene más de 100 años". "Se equivoca usted, señor mío -protestó ella con enojo-. Apenas acabo de cumplir los 39". El automóvil del viajero se descompuso, y éste le pidió a un granjero que le permitiera pasar la noche en su casa. "No hay problema -le dijo el hospitalario campesino-. Dormirá usted en la cama con la nenita". El viajero recordó aquello de las mojaduras y dijo: "Gracias. Preferiría dormir en el granero". Al día siguiente el viajero vio frente a la casa a una hermosa muchacha de esculturales formas. "¿Quién eres?" -le preguntó maravillado. Respondió la curvilínea chica: "Soy la Nenita, la hija del granjero. Y tú ¿quiénes eres?". Respondió el tipo, mohíno: "Soy el grandísimo pendejo que durmió en el granero". FIN.

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