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Exclusión de necesidades básicas

A la ciudadanía

MANUEL VALENCIA CASTRO

Cuando la ocurrencia de un suceso, de cualquier tipo o naturaleza, impide la ocurrencia de otro, se dice que los sucesos son mutuamente excluyentes o incompatibles. Existe otro tipo de eventos conocidos como independientes en los que la ocurrencia de uno no incide en la ocurrencia de otro, esto es, pueden ocurrir simultáneamente. Si por ejemplo planteamos, dentro de un mismo universo, la ocurrencia del metrobús o el mejoramiento de un hospital, estaremos aceptando que estos sucesos son mutuamente excluyentes y que no pueden ocurrir simultáneamente, es decir, si ocurre el metrobús no hay hospital o viceversa. Igual ocurriría si agregamos un nuevo suceso, por ejemplo la solución al problema del agua y se plantea la ocurrencia de los tres eventos: metrobús o mejoramiento de hospital o solución del problema del agua. Sencillamente no pueden ocurrir simultáneamente.

Las necesidades de una comunidad de una región como la nuestra, o de cualquier otra, no pertenecen a este tipo de sucesos. Son en todo caso eventos relacionados, independientes o dependientes, pero que pueden suceder simultáneamente. En esta tesitura, el significado práctico de estas ideas es la posibilidad de que se pueda mejorar el hospital, se pueda construir el metrobús y se pueda solucionar el problema del agua simultáneamente, al margen de que se pueda planear en el tiempo jerarquizándolas, pero con la claridad e intención de los que aportan el recurso y de los beneficiarios de que se van a realizar las tres obras.

No puede ser de otro modo, el desarrollo sustentable de la Comarca Lagunera no se puede fincar en la exclusión de proyectos o programas que son necesarios para la comunidad.

No hay día que no se exponga en los medios de comunicación alguna carencia o deficiencia de los servicios de salud pública. Esto nos debe dar una idea de cómo se encuentran los servicios de atención curativa, incluso preventiva, en nuestra región, seguramente existe en el sector una valoración de la oferta de dichos servicios, de los recursos físicos como los medicamentos, equipo, nuevos espacios, y de los recursos humanos. Todo esto es necesario porque la salud de los pobladores de la región no es negociable.

Otro tema en las noticias del día es el de las deficiencias existentes en los sistemas de carreteras y servicios de transporte. Dejemos por un momento el estado deplorable de la pavimentación de las calles y enfoquemos nuestra atención en la necesidad básica de movernos diariamente de un lugar a otro. Hasta ahora, prevalece la tendencia convencional de movilidad que promueve la alta velocidad y que excluye a otras formas de movilidad y que está estrechamente relacionada con las muertes y lesiones por "hechos de tránsito", con graves implicaciones sociales y económicas. Sin embargo, frente a dicha tendencia, existe otra que promueve nuevas formas inteligentes de movilidad como el transporte urbano de bajo consumo energético, el mejoramiento de las banquetas para beneficio de los peatones y la construcción de carriles para bicicletas, con la clara intención de moderar el uso del automóvil. En este concepto, la incorporación del metrobús en la zona metropolitana es necesaria porque creará condiciones para desarrollar proyectos de calles completas y coadyuvará en la reducción del grave problema de la contaminación del aire que ya se vincula con la salud pública. Esta acción implica el ordenamiento de las rutas no la exclusión de alguna.

La necesidad básica del agua es sin duda la que más preocupa y aparece siempre, en sus diferentes modalidades, en primer lugar. Esto se debe a que en algunos sectores de la población la escasez del agua ya es grave y en otros la amenaza está latente; por otro lado, no se ha controlado adecuadamente la contaminación de las aguas subterráneas y superficiales, en las primeras como sabemos la concentración de arsénico es desde hace tiempo un problema de salud pública. Cualquier proyecto que quiera resolver este problema debe considerar como condiciones sine qua non las siguientes: resolver la sobreexplotación del acuífero, tanto legal como institucionalmente, de manera que se logre su recuperación y conservación, y la segunda, manejar sosteniblemente los ríos aplicando un gasto ecológico que conserve la biodiversidad riparia y mejore la tasa de recarga del acuífero. Sin el cumplimiento de estas dos acciones cualquier proyecto por caro que este sea no tendrá el impacto deseado y el problema continuará. Si se resuelve el problema tomando en cuenta estas dos condiciones pertinentes, dejaremos de pensar en proyectos faraónicos como los trasvases, distraer el agua de las presas y/o perforar nuevos pozos.

Ninguna de estas necesidades básicas puede quedar excluida, aun más en un proyecto de región sostenible.

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