Macario (extremo derecho, lentes) afirma que es apasionante formar parte del Pentatlón.
"Empece en el Pentatlón por coincidencia y curiosidad, luego al entrar se termina esa curiosidad y se convierte en un gusto, una pasión", afirma Macario López Castillo, sargento primero de cadetes de infantería, de la catorceava zona en Hidalgo.
Se "enlistó" en el Pentatlón en 1997, tenía 18 años y cuenta que pasaba por la Unidad Deportiva, en el municipio de Atitalaquia, Hidalgo, cuando se detuvo a observar el entrenamiento de los jóvenes y el entrenador lo invitó a que se integrara, no muy convencido aceptó.
Reconoce que al principio la prueba fue muy difícil , pesado, porque no estaba acostumbrado a hacer ejercicio y el entrenamiento es extenuante y acuden sábado y domingo de las 8:30 a las 12:30, horas.
"Conforme pasa el tiempo va naciendo el interés de no sólo estar como elemento, sino estar al frente, adquirir ciertas responsabilidades, jerarquía y se va trabajando para conseguirlo, cada rango es muy parecida a la del Ejército, incluso el pentatlón está considerado como una escuela militariza, está reconocida por la Sedena y hay ocasiones en que se trabaja con ellos coordinadamente, en una contingencia".
Dice que lo apasiónate de pertenecer al Pentatlón es la oportunidad de apoyar a la comunidad, pues les toca ayudar en situaciones adversas por catástrofes naturales, además la disciplina que llevan les ayuda en la vida personal y profesional.