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AMLO y la prensa

Sin lugar a dudas

PATRICIO DE LA FUENTE
"No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo".— Voltaire

El Presidente de la República tiene todo el derecho a estar en desacuerdo con la línea editorial de ciertos medios de comunicación y así manifestarlo. Lo que no puede ni debe, en ningún momento, es demeritarlos con base al grado de afinidad, simpatía o respaldo hacia su persona o políticas de gobierno.

Coincido con lo escrito por Sergio Sarmiento hace algunos días. "Tenemos un presidente respetuoso de la libertad de expresión, eso es bueno, pero que no entiende el papel de los medios. Su labor no es portarse bien con ningún gobierno, sino informar de manera cierta y valiente", afirmó el columnista.

Aunque algunos medios -allá ellos- cedan a la tentación de la cercanía y el amasiato con los poderes fácticos, la prensa no está para ser militante, comparsa, órgano de propaganda o aceptar "consejos" de cómo debe conducirse. Además, sin distingo, en México el Estado fracasó a la hora de ofrecer garantías y condiciones de seguridad mínimas a quienes ejercen el periodismo. Por ello, casi todos los políticos de nuestra historia reciente -en particular quienes fueron presidentes- carecen de autoridad moral para venir a dar sermones sobre el rol de la prensa.

Es una lástima, me preocupa que López Obrador sea incapaz de comprenderlo y no mida el alcance, poderosísimo, de sus palabras. Si a consejos vamos, no es la primera vez ni soy el único en advertir y señalar la importancia de que el titular del Ejecutivo matice el volumen de la retórica hacia quienes cuestionan todo lo inherente a la cosa pública, particularmente los medios de comunicación.

A la política debe observársele con escepticismo, meditado optimismo cuando sea el caso, pero nunca desde el aplauso o la hipérbole que compra el sueño guajiro de que un gobierno en particular cambiará el rumbo de la historia.

Sé que Andrés Manuel López Obrador a menudo ha sido señalado injustamente y también sé que jamás obstaculizó a los medios que le son críticos. Pese a las tentaciones autoritarias que siempre existen, nuestro presidente es un demócrata -hasta ahora- y sus intenciones generalmente han sido loables; ello siempre lo reconoceré.

Entiendo que hayan cosas que le molesten a López Obrador, es parte de nuestra condición humana, ni siquiera el presidente de México es inmune a la crítica sea o no fundada. Sin embargo, casi todos nuestros gobernantes acaban sintiendo que no los valoramos en su justa dimensión ni les reconocemos lo suficiente. Ello también es inherente a cualquier oficio público donde conciliar a la opinión a nuestro favor se antoja imposible.

Ante un país polarizado y dividido desde la elección, la obligación moral del jefe del Estado es ser garante de la unidad y la concordia entre los ciudadanos. Creo que López Obrador sumaría muchas más voluntades a su causa si apelara a la unidad nacional y no a un ayer que si bien define mucho de lo que hoy somos, jamás volverá a repetirse.

Renuente a unificar, el presidente encasilla a la población como liberales o demócratas, conceptos válidos en el siglo 19 pero totalmente abstractos e incomprensibles en el mundo actual.

Desde el inicio del sexenio, Andrés Manuel López Obrador emprendió una cruzada retórica y verbal con el periódico Reforma, medio hacia el cual siente profunda antipatía. Ahora, desde el púlpito de la mañanera, el mandatario enfoca sus baterías hacia la revista Proceso al expresar que dicha publicación "lo ha tratado mal", como si la obligación de un medio fuera el granjear simpatías en el gobierno.

De entre todo lo expresado por el presidente, importante destacar que según él, los medios guardaron un silencio cómplice durante el neoliberalismo, pero ahora atacan la transformación que él impulsa. Tal afirmación es desproporcionada y falta a la verdad. El mandatario también reclamó que la prensa sea independiente y que no tome partido, lo cual representa un error de juicio y acusa desconocimiento sobre cómo funcionan los medios en su esencia más pura.

En definitiva, lo de López Obrador se llama desmemoria selectiva. Quizá no lo haga con mala intención pero las palabras importan, quedan, pesan y tienen repercusiones de gran alcance cuando son pronunciadas por el hombre más poderoso del país.

Y es que en parte, fue gracias a esa prensa independiente y crítica que señaló los excesos y tropelías del pasado, lo que hizo posible que hoy Andrés Manuel López Obrador sea presidente de México. "López Obrador debe entender que si llegó al poder gracias a que había prensa independiente y crítica no fue porque esa prensa era su simpatizante, sino por sus coberturas. Los medios independientes nunca tuvieron por qué estar comprometidos con AMLO. No era su misión", consideró el periodista Javier Garza.

Así de simple y pocas veces mejor dicho.

Twitter @patoloquasto

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