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EUA-Irán: ojo por ojo y diente por diente

ENRIQUETA CABRERA

Cuando el presidente Donald Trump tomó la decisión de abandonar el Acuerdo Nuclear con Irán, al que consideró el peor tratado jamás firmado por Estados Unidos, tal vez pensó que ejerciendo presiones podría imponer cambios importantes para dejar su sello.

No fue así, por más que endureció las sanciones contra Irán y obligó a otros países a hacer lo mismo. ¿Cuál era el objetivo? Si Irán había cumplido con sus compromisos, que el Congreso y la Casa Blanca conocían, compromisos validados por las inspecciones de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA).

El objetivo era destruir el acuerdo nuclear histórico logrado por los cinco países del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas: EUA, Rusia, China, Reino Unido, Francia, más Alemania, firmado por los seis países más Irán de manera unánime. En 2018 EUA abandonó el acuerdo unilateralmente con la esperanza de que se derrumbara, sin considerar que Medio Oriente es una de las regiones más conflictivas del planeta, propensa a incendiarse fácilmente.

Los otros cinco países negociaron con Irán y mantuvieron el acuerdo nuclear. EUA se quedó aislado. Washington respondió aumentando las sanciones contra Irán y obligando a los otros países a imponerlas.

El objetivo inicial era debilitar a Irán y disminuir su influencia en Medio Oriente. ¿Podría obligarlo a hacer nuevos compromisos? No fue así y EUA se quedó aislado, fuera del acuerdo, pero ejerciendo su poder económico en detrimento de la economía iraní. Washington reforzó sus alianzas regionales a través de una política exterior vinculada a negocios de venta de armas y compromisos importantes con dos países enemigos de Irán: Arabia Saudita -el gran productor de petróleo y competidor de Irán- e Israel, la única nación en Medio Oriente que tiene armas nucleares. Con Arabia Saudita estableció importantes acuerdos para la compra de armas a EUA. Washington pretendía también la caída del régimen iraní y una influencia disminuida de los grupos teocráticos.

En vista de que Irán no se quebraba a pesar de los crecientes problemas económicos por los que atravesaba incluso para la venta de su petróleo, que representa su principal ingreso, Trump aumentó la presión incrementando sanciones. Hasta límites insostenibles, que obligaron al ala iraní más moderada a ceder frente a los más radicales que consideraron que el acuerdo nuclear y los compromisos mantenidos eran un fracaso.

Después de enormes tensiones internas, el presidente Hassan Rouhani anunció el 8 de julio que estaba comenzando a enriquecer uranio a niveles que excedían el límite acordado de 3.67 %.

Por primera vez Irán se salía de los términos del acuerdo, con un incremento pequeño y que no podría ser considerado una amenaza, ya que para alcanzar el enriquecimiento necesario para producir armas nucleares faltaba mucho. Sin duda buscaba presionar para la disminución de sanciones. Francia, Reino Unido y Alemania criticaron duramente la ruptura del acuerdo por parte de Irán. China y Rusia lo justificaron como una reacción a la campaña de sanciones por parte de EUA, que son la raíz del problema.

A continuación se desataron una serie acciones de muy elevada peligrosidad, fundamentalmente por parte de Estados Unidos y de Irán.

Primero fue un dron de EUA derribado por Irán que según afirmó que sobrevolaba espacio aéreo iraní. Washington afirmó que fue derribado en espacio aéreo internacional y el presidente ordenó un ataque aéreo contra Irán, que canceló 10 minutos antes de que iniciara. Posteriormente envió mil militares más a la región. ¿Se prepara para una guerra? Washington afirmó haber derribado un dron iraní, Irán lo negó. Los tambores de guerra suenan de ambos lados. El presidente Rouhani afirmó que su país no quiere guerra, pero en caso de que ocurra será un conflicto regional.

El conflicto siguió con la detención de barcos cargueros de petróleo en el golfo de Omán y en el estrecho de Ormuz, tres barcos cargueros fueron detenidos, pero el conflicto mayor fue el de un carguero iraní detenido en Gibraltar porque se supuso llevaba petróleo a Siria. Irán lo negó, pero el barco quedó inmovilizado desde el 4 de julio hasta el 19 por decisión de la Suprema Corte de Gibraltar, territorio británico. Posteriormente vino la represalia contra un carguero de Reino Unido, detenido por Irán. Ojo por ojo. El vicecanciller de Rusia, Serguei Riabkov, acusó a EUA de intentar provocar un conflicto con Irán.

Está en marcha la peligrosa política de ojo por ojo y diente por diente. Cada acción provoca una reacción. Respecto al anuncio de que el gobierno de Trump se prepara para una negociación con Irán y que no busca un cambio de régimen, el canciller Javad Zarif negó que hubiera preparativos para una negociación, y dijo que primero tendrían que eliminarse las sanciones por parte de EUA, y que el tema no serían cuestiones balísticas, como lo dijera Trump, sino la cuestión nuclear.

Hay una exigencia más por parte de Irán: que Washington deje de vender misiles a los países de Medio Oriente.

Las tensiones escalan entre Irán y Estados Unidos. Y cuando una pistola está cargada fácilmente se dispara. A Trump en campaña no le conviene una guerra en Irán que incendiaría a todo Medio Oriente. No es un tema para ganar, sino para perder elecciones, en la medida en que su electorado no lo tiene en el radar y sí recuerda los muchos muertos en anteriores guerras. Encendió otro peligroso fuego. ¿Lo puede apagar para continuar con su discurso racista, alentando odios y miedos, para ganar otros cuatro años en la presidencia?

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Escrito en: editorial ENRIQUETA CABRERA

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