Columnas la Laguna

IBERO TRANSFORMA

LAS VACACIONES EN MÉXICO

SERGIO GARZA SALDÍVAR

Para muchas personas, estas últimas semanas de julio corresponden al periodo de vacaciones. En realidad, se trata de un fenómeno reciente ya que la prestación laboral tiene apenas poco más de medio siglo.

En México, fue en 1960 que la constitución se reformó para otorgar vacaciones a los trabajadores; aunque en muchas dependencias eran otorgadas, se hacía sin un sustento constitucional. De acuerdo a la Ley Federal del Trabajo, los mexicanos tienen derecho a un período anual de vacaciones pagadas de seis días. Por cada año aumentará dos días hasta llegar a doce días en cuatro años. Después del cuarto año, el período de vacaciones aumentará en dos días por cada cinco de servicio, de tal forma que, para alcanzar 15 días de descanso al año, se necesita trabajar en el mismo sitio al menos durante una década.

Ese hecho, contrasta con la conquista de derechos sociales de la clase trabajadora, ya que desde 1936 el gobierno francés firmó los acuerdos que sentaron los primeros precedentes; entre otros, la jornada laboral de 40 horas y las primeras "vacaciones pagadas". A partir de ese año se comienza a constituir una de las industrias globales más importantes: la del turismo. Si bien, en aquellos primeros años, miles de personas aprovecharon para ver por vez primera el mar, disfrutar del sol o irse al campo a dar un paseo, los emprendedores comenzaron a ver ahí una gran oportunidad de negocio. Si tomamos como parámetro un año laboral, el promedio mundial de vacaciones es de 25 días. En ese sentido, México ocupa uno de los últimos lugares; países como Brasil, Cuba, Nicaragua, Panamá, o la mayor parte de los que conforman a la Unión Europea, cuentan con el beneficio de entre 20 y 30 días por año. Para alcanzar esa proporción, un trabajador en México, debería trabajar durante 30 años en el mismo lugar.

Las vacaciones, se definen como un descanso temporal de una actividad habitual, principalmente del trabajo remunerado y del estudio. El término viene del latín vacationem que se refiere a la exención de una obligación. Si bien es cierto que la palabra es antigua, su uso, tal y como lo conocemos ahora, es nuevo y se popularizó, como decíamos, en el periodo entre guerras. Es justamente en esa época, cuando se marca una primera liberación de los cuerpos: el bronceado, hasta entonces evitado porque era considerado "campesino", se pone de moda. Piernas y brazos se descubren. Este movimiento derivará en la aparición del bikini en 1946, que tomó el nombre del atolón donde tuvo lugar un ensayo atómico, ya que su creador -Louis Reard- comparaba su exhibición con la explosión de una bomba nuclear.

Aunque es mucho lo que se puede decir de este periodo tan preciado, sea desde lo económico, lo laboral, lo terapéutico o lo familiar; bástenos ahora con un par de frases que de muchos modos sintetizan sus múltiples sentidos. El nobel escritor John Steinbeck lo refiere de este modo: "El arte del descanso es una parte del arte de trabajar". Pero nadie mejor que el humorista estadounidense, Evan Esar: "Las vacaciones son como el amor: las anticipamos con placer, las experimentamos con incomodidad y las recordamos con nostalgia".

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