Columnas la Laguna

ANÉCDOTAS

GASTRONOMÍA ALBURERA

HIGINIO ESPARZA RAMÍREZ

(Escenario: Café de la Parroquia, en Veracruz)

-Comparto con usted unas picadas o mini-picaditas si lo prefiere. Usted escoge. Infladitas y suavecitas como debe ser. ¡Lléguele! Invitó uno de los ocupantes de las apretujadas mesas del célebre Café de la Parroquia. Los aires de "La Bamba" interpretada por la marimba "Los cuatro soles", sacudían el ambiente.

-La Gorda Negra o Negra Gorda, como a usted le guste, también es una maravilla, añadió con gran confianza como si ya fuéramos parroquianos asiduos al establecimiento. "Amor eterno" fue la siguiente melodía en los tímpanos de madera.

-Un negro bien caliente tampoco es desdeñable. Es fuerte y relajante a la vez, levanta el ánimo y limpia la mirada. Éntrele porque se enfría. Un rapidín lo dejará satisfecho. Y si repite, mucho mejor, dijo con un aparente conocimiento de causa en medio del bullicio de clientes, meseros, vendedores ambulantes y los sones de "Secreto de amor".

-¿Le gusta la panocha? En ese momento la marimba calló. Callé yo, esperando la ocurrencia.

-No le entiendo, le digo ruborizado a mi interlocutor, un individuo que se encima en la mesa, luego se sienta y casi me toca las rodillas con las suyas ante las sonrisas complacientes de las personas que nos rodean. Habla con acento jarocho y gesticula con sus manazas de marinero para ilustrar picadas, gordas y negros.

Malinterpreto sus insinuaciones y con candor norteño le aclaro que a mis avanzados años es difícil que cambie de inclinaciones sexuales. Para que lo sepa -le digo a los ojos- siempre me han gustado las mujeres. Nada de piquetes y menos afroamericanos.

-¡Caray caray¡, metí la pata, precisa con fingida pena el anfitrión ocasional. - Creí que usted era de estos mares y por lo tanto entendía lo que le estoy sugiriendo para comer. Soy veracruzano pero no albureo ante gente inocentona como usted, se justificó.

Y entró en las explicaciones teniendo como fondo musical la melodía "Como han pasado los años":

-Las picadas son tortillitas de maíz doraditas con salsita, quesito, cebollita moradita y choricito. ¡Agárrese! Son deliciosas, por ese mismo rumbo van las mini picaditas que le caben en la mano. Se sirven como entremeses mientras llega el platillo principal. -Las gordas negras o negras gordas, están hechas de masa de maíz y frijoles negros, generalmente son saladas. Se inflan en el horno y se sirven como pelotas, ¿Usted gusta una o las dos?

-El negro bien caliente no es lo que usted está pensando cochambrosamente. Es simple y sencillamente el vigorizante café de Orizaba servido con leche recién hervida. ¡Échese uno o dos no sea remilgoso!

Fastidiado por haber caído una y otra vez en los albures veracruzanos, pasé por alto las picadas, hice a un lado el café negro bien caliente y le pedí al mesero unos huevos estrellados, sin queso ni crema. -¡Juega! gritó el otro. -Acomódese para que disfrute, remató. Me agradaron los albures del café pero el de la panocha me dejó intrigado: -¿Se refería a las tortas de maíz tierno hechas a mano? ¿A la empanada de dulce de caña procesada en forma cónica?,¿Al pan dulce hecho de piloncillo? ¿A las tortillas elaboradas con palote? ¿A la panocha de trigo?.

Voy a Ir a las fondas clase gourmet del mercado Juárez de Torreón a pedir una panocha, a ver si me gusta o no me gusta y saber dónde está el chiste -o el albur- de la voz latina dicha por un porteño. Mientras tanto, diré: "Sólo Veracruz es bello, ya lo dijo el Papa a voz en cuello".

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