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LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA

De lo obvio a lo idiota

Juan Recaredo

Va uno caminando por la calle, se resbala, cae estrepitosamente y viene un tipo y te pregunta: “¿Te caíste?”. “No, fíjate”, contesta el caído muy molesto, “me bajé a escupir”. Suena el teléfono en casa, levanto el auricular y digo: “Don Juan Recaredo para servirle”, y el del otro lado de la línea me pregunta: “¿Eres tú?”. “No, fíjate, soy el perro de la casa que ya aprendió a hablar…”.

En la televisión: “Amiga, ¿quieres verte guapa, esbelta y causar la admiración de los hombres?”, dice el locutor, y la chica que lo escucha habría de contestar: “no, fíjate, quiero verme fea, fodonga y que los hombres me ignoren”.

Son las preguntas que de tan obvia que es su respuesta, se convierten en idiotas, y por eso, muchas veces dan ganas de acompañarlas de una respuesta equivalente en idiotez. Si usted cree que la palabra “idiota” es un insulto, debo decirle que no siempre fue así.

En la antigüedad, al que no trabajaba en la administración pública y se dedicaba nada más a desempeñarse en lo propio, se le consideraba limitado, de inteligencia limitada, y por eso, la palabra se convirtió en insulto, y ahora el idiota es el que tiene poca o nula inteligencia. La raíz idio significa “propio” y es la misma que se usa, por ejemplo, en la palabra “idiosincrasia”, que la usamos para definir los rasgos o carácter propio de una persona o de un grupo de personas.

En un mensaje que recibí, probablemente de las redes sociales, viene una colección completa de preguntas que supuestamente hacen algunos maestros de escuela en sus exámenes. Las respuestas que las acompañan convierten a ambas - respuesta y pregunta - en una clara muestra de idiotez… claro, sin afán de ofender, nada más de sonreír un poco con las chuscas respuestas.

“¿En qué batalla murió el Cid Campeador?”. Y el chamaco contesta con una lógica aplastante: “En la última”. Claro, el Cid y todos los que luchan mueren en la última batalla en la que participaron, básicamente porque después de muerto es muy difícil participar en más batallas. “¿Dónde se firmó la Declaración de Independencia de los Estados Unidos?”. “Pues al final de la última página”, contesta el muchacho, tratando de verle la cara de idiota al maestro.

“¿El Río Ravi corre, ¿en qué estado?”. “En estado líquido”. “¿Cuál es la primera causa de divorcio?”. “El matrimonio”. “Si tiramos una piedra azul en el Mar Rojo, ¿que le pasará?”. “Se mojará”.

Y con eso, es mejor que aquí le paremos, antes de que se nos pegue. Soy don Juan Recaredo… compártame sus dudas y comentarios: [email protected]. Twitter: @donjuanrecaredo. ME PREGUNTA: Esther Muñoz: “¿Qué es el amor platónico?”.

LE RESPONDO:

Pues el amor que se le tiene a los platos… ah no. ¿Ya ve? Por andar respondiendo con idioteces. Discúlpeme Esther. El amor platónico es el amor idealizado, el que tiene pocas o nulas probabilidades de cristalizarse.

LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA:

La verdadera inteligencia consiste en descubrir la inteligencia ajena.

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