Desde su campaña presidencial, López Obrador ha planteado la "Cuarta transformación" que hace referencia a la continuidad de tres movimientos anteriores que han marcado la historia de nuestro país:
Primera transformación, la Independencia: es el movimiento armado, que también fue político, social e intelectual para liberarse de los 300 años de dominio español, que tuvo lugar de 1810 a 1821. El contexto en aquella época era de gran pobreza en todo el país, existía un sistema de "castas" que marcaba a los españoles por encima de los demás habitantes, así como una fuerte discriminación a los indígenas. El movimiento culminó el 27 de septiembre de 1821 con la firma de los Tratados de Córdova, que reconocían el nacimiento del México independiente.
Vinieron años de inestabilidad política, con el imperio de Agustín de Iturbide, la proclamación de la Constitución de 1824 y finalmente la elección del primer presidente de México: Guadalupe Victoria.
Segunda transformación, la Reforma: fue una guerra que duró de 1858 a 1861 entre los liberales y conservadores. Tras este conflicto surgieron las "Leyes de Reforma" del presidente Juárez, cuya esencia fue separar el poder político del religioso. Este movimiento terminó cuando los conservadores fueron derrotados y Benito Juárez estableció su gobierno en la Ciudad de México.
Tercera transformación, la Revolución: se presentó un siglo después de la Independencia, con el movimiento armado promovido por Francisco I. Madero que abanderaba el lema "Sufragio efectivo, no reelección", ante el régimen de Porfirio Díaz que ya contaba con más de 30 años en el gobierno. El pueblo, harto de la terrible desigualdad que había provocado mayor pobreza, decidió levantarse en armas; este conflicto duró de 1910 a 1917, cuando se promulgó la Constitución que rige actualmente nuestro país. Uno de los cambios más importantes de la revolución fue la reforma agraria, gracias a la cual los campesinos pudieron acceder a tierras y se convirtieron en ejidatarios.
En la actualidad, la Cuarta transformación: es la apuesta de López Obrador para otorgarle la relevancia histórica que desea ante el cambio de régimen que propone y que, a diferencia de los movimientos anteriores, cuya violencia cobró gran cantidad de vidas humanas, ahora pretende realizar en forma pacífica. Este cambio se centra en los siguientes postulados: primero, establecer una nueva relación y un nuevo trato sin privilegios entre el gobierno y sus instituciones con los gobernados por medio de la separación del poder político del económico, para acabar con la corrupción, y por el otro, lado atacar la pobreza; segundo, por medio de cambios que surjan desde abajo, emparejar el piso para que todo mexicano cuente con las mismas oportunidades de desarrollo.
López Obrador declara que "la Cuarta transformación será pacífica, bajo el consenso ciudadano y con la participación de todos los grupos y sectores representativos a nivel nacional".
A poco más de medio año de este proceso de transición, el país vive convulsiones de incertidumbre e inseguridad, pues gobernar "bajo la voluntad del pueblo" desoyendo a los expertos y mantener una autoridad "condescendiente", confunden el camino del país. Sin embargo, no se puede juzgar bajo una visión de inmediatez y desde una perspectiva parcial; es necesario dar tiempo para que los cambios sucedan. Sólo la prospectiva de las siguientes generaciones definirá si cuajó esta Cuarta transformación.
