El Plan Nacional de Desarrollo que la Cámara de Diputados le aprobó al presidente de la República no es sino una enumeración de proyectos que desde tiempo se ha propuesto realizar y que constan en su libro La Salida. Lamentablemente esa lista no constituye un plan de acción en estricto sentido. Es precisamente lo que ha sucedido con el documento. Sin respaldo presupuestal adecuado los propósitos quedan en el aire, sin razón de ser sin sustento. Debido a esto las acciones emprendidas han sido desordenadas.
Los logros que el Plan anuncia en su capítulo titulado "Epílogo" para fines del sexenio tiene visos de utopía. La tarea de renovación que se ha recetado a sí mismo es tan portentosa que nadie podría aventurarse a decir que pudiera cumplirse en los próximos cinco años y media que median hasta 2024.
Sin un esquema metódico está a la vista que su resultados ha sido una revoltura que explica el caos en que México ahora se encuentra. El PND nunca propuso una estrategia articulada para la acción.
La prueba más reciente de la visión equivocada del Presidente López Obrador es la anunciada intención de cancelar las docenas de oficinas de promoción comercial que existen por todo el mundo para dejar sus tareas a las embajadas y consulados.
No hay sustento alguno para semejante propósito que de llevarse a cabo asestaría un golpe funesto a la actividad indispensable que desde hace más de 60 años viene desempeñándose a través de consejerías comerciales adscritas a las misiones diplomáticas de México.
La razón de esas oficinas es tan clara como la necesidad de abrir a la diversificación los intercambios comerciales, tecnológicos y de inversión a los productos del campo y de las ciudades de México. Esta necesidad ha sido reconocida desde el Primer Plan Sexenal de Cárdenas en 1934 donde se exponía como prioridad para las clases populares la consolidación de un comercio exterior vigoroso y democrático en su intención.
Después del Presidente Cárdenas las consejerías comerciales habrían de constituir un elemento necesario adscritas a las misiones diplomáticas de México en muchos países. Coordinados por la Secretarías de Industria y Comercio, Relaciones Exteriores y por el Banco Nacional de Comercio Exterior ( BNCE), fueron elementos imprescindibles para abrir mercados a productores emprendedores convencidos de las oportunidades que los mercados extranjeros. El Instituto Mexicano de Comercio Exterior (IMCE) continuó y amplió el alcance de las consejerías comerciales dotándolas de medios para hacer llegar a los exportadores los apoyos oficiales. Desaparecido el IMCE por decisión presidencial fue parcialmente remplazado por PRO MÉXICO que el presidente López Obrador a su vez extinguió. Las consejerías subsisten dentro del BNCE hasta que lo quiera el Presidente.
La posición de nuestro país en términos de PNB o de cifras de comercio exterior obliga cultivar la más efectiva comunicación con los líderes mundiales. Como país que requiere de fuertes inversiones del exterior necesitamos estar doblemente alertas a las condiciones en que las recibimos como también en materia de comercio exterior tenemos que estar prevenidos y preparados para que nuestros productores tengan siempre el acceso abierto a los mercados extranjeros de su interés. En esta actividad la información y la activa promoción de nuestras ofertas de productos y servicios al mundo es absolutamente indispensable como lo es de igual manera para todos los países.
En estas materias el Presidente López Obrador deja a un lado la relación con el exterior y para así dar máxima prioridad a la solución de los problemas internos, todos los cuales provienen de las administraciones anteriores. El tema exterior no puede relegarse tan fácilmente de la atención superior por el simple hecho de que la producción de los artículos que exportamos ocupa más del 20% de fuerza de trabajo nacional. Por otra parte, de los productos que vendemos, una parte significativa está compuesta en más del 50% con insumos importados. Esta constituye una vulnerabilidad seria para nuestras industrias que exportan. Este tema en sí ocupa una importante porción del tiempo que México dedica al comercio exterior en promociones y defensa de nuestros intereses. Hay pues una creciente relación entre el comercio exterior de México y el PNB que directa relación que hay entre el comercio exterior del país que aporta casi el 40% del Producto Nacional Bruto hace crucial la buena salud de esta actividad.
El Comercio Exterior, factor indispensable para dar empleo, tiene que figurar como asunto tan importante como el de educación o salud ya que de él depende que el país avance. Temas que están en la agenda de trabajo de los países más importantes son los que México está llamado a merece una posición como que merecemos en las discusiones de cambio climático, defensa de derechos humanos y control de contaminantes de toda índole.
Existe en la administración actual el error de pensar que el país puede bastarse muy bien con sus propias fuerza y que el pueblo sabio sabrá sacar fruto y ganancia del aprovechamiento de los recursos con que cuenta. La visión aterriza en la negativa del presidente de participar en acuerdos internacionales y mucho menos en conferencias o reuniones. Su ausencia en la reciente reunión del G-20 se explicó desde la oficina presidencial exponiendo la necesidad que tiene el titular del Ejecutivo de atender asuntos internos del país. El que era necesaria la presencia de México, país que supera en población a varios de los asistentes a la Reunión en Ósaka, se manifestó con la presencia del Canciller Ébrard al que se le vio activo conversando con jefes de estado tan relevantes como el de Rusia o Francia.
Las consejerías comerciales con su labor específicamente distinta pero complementaria tanto a la diplomacia como a la promoción de nuevas empresas y creación de empleo son factores imprescindibles para que el desarrollo de México simplemente sea posible.
