Columnas la Laguna

MIRADOR

ARMANDO FUENTES AGUIRRE (CATÓN)

Luisito, el del Potrero, es hombre agradecido.

Hace tiempo le hice un pequeño favor.

Yo lo olvidé.

Él no.

Quien hace un favor debe olvidarlo; quien lo recibe, nunca.

Todos los años la gratitud de este Luisito se manifiesta en frutos, los frutos de sus labores y de su labor. Ayer nos envió en el autobús una caja de ciruelas. Son perfectas, como si Dios se hubiera tomado el tiempo para hacerlas una a una. Yo las devoro con los ojos. Son bellas como mujeres: tienen la misma armoniosa redondez y la misma dulzura de su carne. Muerdes una ciruela y es lo mismo que darle una mordida al Sol. Se te llena la boca con el aire de la sierra y con la clara frescura de las aguas que riegan nuestras huertas.

Ciruelas de púrpura, reales y magníficas, regalo del paladar y el alma. Las miro sobre el albo mantel de la cocina y doy gracias a Dios, que se hace eucaristía no sólo en el vino y en el pan, sino también en las ciruelas de Luisito.

¡Hasta mañana!...

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