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YAMIL DARWICH

Un nuevo caso de criminalidad sacude a la Iglesia Católica de México: el asesinato de Leonardo Avendaño, egresado de una universidad de inspiración cristiana, del que es acusado el sacerdote Francisco Javier "N".

Es evidente el deterioro que ha sufrido la Iglesia Cristiana, por diferentes razones, entre ellas el materialismo que desgasta al Humanismo Cristiano; también la mala publicidad que han generado los casos de criminalidad, incluida la pederastia -Maciel y los Legionarios de Cristo-, adulterio y/o la homosexualidad.

Recordemos que la congruencia entre lo que se piensa, se dice y hace genera confianza y credibilidad; la minoría de los malos religiosos ayuda a la mercadotecnia del consumismo individualista y el materialismo. Hacen estragos.

Los católicos sobresalen, al ser la iglesia con mayor feligresía -78 % de creyentes- comparada con otras -el protestantismo 12.5 %- que aunque se mantienen distantes, poco a poco les quitan adeptos.

En otras partes del mundo, algunas religiones -caso del islamismo- están sumando creyentes en forma importante, tanto así que en Europa algunos países ya han puesto atención al caso y grupos radicales, opositores, se dedican a denunciar su presencia como "peligro" para el bienestar social, confundiendo al radicalismo musulmán -menos del 5 %-, que hacen mala propaganda al resto de seguidores de Alá y Mohamed.

Igual los malos sacerdotes, quienes estadísticamente son muy pocos en relación al total de ellos.

Recordemos que el catolicismo fue introducido en el México precolombino, con la llegada de sacerdotes misioneros, acompañantes de los conquistadores españoles.

De ellos hay muchas historias, algunas sobresalientes para bien y otras acusándolos de obrar el mal, particularmente imponiendo su religión por la fuerza y violencia física. De la Inquisición y el maltrato al indígena conocemos historias negras, que han dañado a las buenas obras de las congregaciones religiosas -franciscanos, dominicos, etc.-.

Así, un caso de asesinato o pederastia, con sacerdotes involucrados, es más comentado que otros de ministros de iglesias no católicas, quienes igualmente tienen integrantes de mala conducta.

Tan solo recuerde a la secta de La Luz del Mundo -Gobernación reporta que cuentan con cerca de 200 mil afiliados- fundada en Guadalajara, México, el 6 de abril de 1926, por Eusebio Joaquín González, luego dirigida por Samuel Joaquín Flores, también mal señalado y finalmente sucedido por Naasón Merarí Joaquín García, desde el 2014, acusado en EUA de abuso sexual, pedofilia y tráfico de pornografía.

Interesante que en fechas recientes, La Luz del Mundo, a través de Joaquín García, recibió un reconocimiento público en Bellas Artes -primera vez en la historia del local- en medio de información sobre la intermediación de políticos de moda y acusaciones de apoyo económico a su partido. Usted saque conclusiones.

En los principios de la mercadotecnia comercial se dice que una mala opinión genera al menos la pérdida de ocho clientes potenciales y que una atención adecuada produce únicamente un posible comprador.

La relación bien pudiera aplicarse al caso de los malos sacerdotes y ministros religiosos que hacen daño a sus congregaciones y, sobre todo, a la comunidad a la que desorientan con su mal ejemplo.

La humanidad, en plena posmodernidad, atraviesa un período de crisis de valores que al parecer se están rejerarquizando, haciendo sobresalir a algunos poco atendidos en el pasado, caso de los ecológicos y las relaciones sociales con tolerancia a los demás. Seguramente es para bien, parte del desarrollo y evolución de los humanos, aunque hay algunos que poco ayudan. ¿No le parece?

Mención especial merece la actitud de algunos líderes de distintas iglesias, quienes con su actitud de hermetismo y secretismo de los problemas favorecen el ocultamiento y hasta protegen a sus viciosos. En el caso de los católicos, conocemos la desobediencia disfrazada a las órdenes de rigurosidad dadas por su líder Francisco I.

Cuando Karl Marx, se refirió a la religión como opio del pueblo, se orientaba en la causa de "la dicha ilusoria" que generaba la esperanza de creer en las doctrinas religiosas y, en mucho, estaba inspirado en la decepción que provocan al creyente con su mal ejemplo, también desde el siglo XIX.

Hoy, por los medios de comunicación social, la divulgación de malas acciones son mucho más difundidas que en el pasado y, aún con ese conocimiento, se evidencia la poca efectividad de algunas autoridades de organizaciones religiosas para combatir, a fondo y con efectividad, a esos malos ministros que presentan el agravante de la fuerte decepción y consecuente pérdida de fe de los creyentes.

También entiendo de las cadenas de poder que se organizan al interior de las congregaciones.

Esperemos que esta realidad represente haber llegado al fondo y empecemos a recobrar la importante función de las iglesias en la orientación del bien social. ¿Qué piensa?

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