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La bella y la bestia al mismo tiempo

Este vehículo está hecho para recorrer grandes caminos con todo el lujo que se requiera.

Este vehículo está hecho para recorrer grandes caminos con todo el lujo que se requiera.

AGENCIAS

Es fácil perderse en lo teórico al comparar vehículos. Por eso los medios especializados hacemos énfasis en que tú, como consumidor, debes exigir un prueba de manejo práctica, tal y como vayas a usar el producto. En el caso de una camioneta de lujo como Cheyenne High Country, una vuelta alrededor del concesionario no es una prueba de manejo.

En este orden de ideas tomamos carretera con la unidad High Country, el tope de gama de las cuatro variantes Cheyenne disponibles en México, y nos lanzamos a carretera rumbo a las montañas.

En brechas de roca, lodo y piedra suelta, buscamos la experiencia Cheyenne de aventura, que usualmente se asocia a otras marcas u otro tipo de vehículos. Varias sorpresas nos encontramos en este camino. Lo primero es que el comportamiento dinámico de la camioneta con peso bruto de 3.2 toneladas es de una tersura inesperada. Es fácil de conducir, de abordar y de llevar: no es necesario pelear con el volante o reacomodarse en el asiento después de pasar un tope, en parte gracias al sistema Stabilitrak.

La Cheyenne es un vehículo de 5.88 metros que se planta en camino o brecha por igual. Las modalidades de manejo se seleccionan con una perilla al lado del volante, pasando de deportivo a off-road, remolque o simplemente "tour". El control de la tracción con selector electrónico se halla justo debajo, permitiendo pasar de 4-hi a 4-lo para tramos complejos, sin que el diferencial brinque o rechine.

La tapicería de la versión High Country está basada en piel de alta calidad, brindando a la cabina un aroma inconfundible y una atmósfera superior. Los insertos en madera son discretos y los componentes metálicos combinan con acentos en tonos bronce. Cuenta con un conveniente y amplio cargador inalámbrico de celular en la consola central, con monitor de funcionamiento en la pantalla. El descansabrazos central se destapa para abrir un compartimento de carga donde una gallina podría empollar una camada de pollitos, y existen varios puntos de carga discretos, por ejemplo en los respaldos de asientos traseros, donde fácilmente se puede transportar alimento para dichos pollitos.

En su hábtitat. Grava suelta, pasos de agua, afloramiento directo de roca erosionada: para este vehículo no son de relevancia. Velocidad rally en parajes escarpados se toman como un recorrido de viñedos.

La potencia de sus faros es más que sobrada, y más la de su sistema de frenos. El nivel de insonorización está excelentemente controlado, ofreciendo al interior un aislamiento del ruido externo, lamentablemente llevándose parte del tono del 6.2 litros pero afortunadamente el de las fastidiosas cuatrimotos que pululan en estos bellos caminos.

Otras sorpresas convenientes fueron la función de apertura y cierre tanto de la ventila del medallón como de la tapa de la batea, misma que a comparación de otras generaciones se siente ligerísima si uno decide prescindir de la ayuda eléctrica y cerrarla a pulso. Los estribos también cuentan con despliegue y retorno con activación eléctrica, y su activación está ligada a la apertura de puertas delanteras y posteriores. La batea es un conjunto de conveniencias, con iluminación LED, 12 arillos para amarre, recubrimiento sintético robusto, portacervezas en el lado interno de la tapa, y las dimensiones exactas para ejercer el antiguo arte del avistamiento de estrellas fugaces.

Por un millón 73 mil 400 pesos, el alcance entre la aventura en fin de semana con la comodidad y practicidad en días laborales es verdaderamente atractivo. El motor 6.2 litros con 420 caballos y 460 libras de torque está acoplado con una transmisión 10 velocidades. Esta combinación sólo está disponible en la versión High Country. El sistema de gestión de marcha y de desconexión de cilindros hacen que los 91 litros de combustible no se esfumen, pero con un consumo de 10 kilómetros por litro no es un vehículo ahorrador.

Un par de detalles disonantes en un vehículo de más de un millón de pesos fueron: el par de paneles en tablero fuera de su lugar, uno en el borde lateral, del lado del conductor, así como la tapa superior de columna de dirección, detalles que se esperan de una camioneta de más de 200 mil kms, no de una nueva. Adicionalmente, el motor carece de una tapa decorativa como las que las armadoras han estilado cubrir el corazón de sus vehículos. Es de entenderse, pues para las armadoras el posicionamiento del abanico de producto implica en ocasiones, cuando hay una marca de la misma casa ubicada por encima de otra, que el producto tope de gama en una marca base no "muerda" a la clientela de la hermana mayor, y el caso es que hacia arriba de Chevrolet está GMC y, luego, Cadillac.

Comparando con alternativas en nuestro mercado de precios y dimensiones semejantes, regreso al punto inicial sugiriendo al interesado agendar prueba de manejo antes de otra cosa. Esa suspensión es para probarla y luego decidir.

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