(Primera parte)(Primera parte)
"Con los que estén o con los que estemos, la cita es cada año".
Una vez más, después de 62 años de haber egresado de la Academia Comercial "Minerva" de Nueva Rosita, Coahuila, los sobrevivientes de la Generación 1954-1957 se preparan para estar presentes en su próxima reunión, programada para el 6 de julio, y que gracias al entusiasmo de una de sus egresadas, la compañera y gran amiga, Guadalupe Fernández Garza, y un grupo de colaboradores, se están dando a la tarea, en primer lugar, de localizarnos allá por mediados del 2008, a todos y cada uno de los egresados, ubicados por diferentes lugares de la República y el extranjero para tener nuestro primer encuentro después de 52 años de habernos visto por última vez, reunidos en aquella noche del 7 de julio de 1957 en el Edificio Sociedad Mutualista Benemérito de las Américas, donde se llevó a cabo la ceremonia de graduación de aquel grupo de graduandos que en total llegábamos a 66 jóvenes, cuyas edades fluctuaban entre los 15 y tal vez 18 años.
Para aquella primera reunión, diciembre del 2008, un buen número de amigos y compañeros aún radicaban en la misma población: Nueva Rosita, Coahuila; otro numeroso grupo se ubicaban en Monclova, Piedras Negras, Nava, Zaragoza, Monterrey, Saltillo, el mineral de La Esperanza, Torreón, Querétaro y la ciudad de México; otros compañeros y amigos habían emigrado a los Estados Unidos, sobre todo en el Estado de Texas, y se ubicaban en las ciudades de San Antonio, Houston y una compañera muy apreciada que se había ido a radicar a la ciudad de Chicago, Illinois. Todavía no nos explicamos de que artes se valió Lupita Fernández Garza, aún a los compañeros que ya habían partido que en total eran 16, y aún para fines del 2008, sobrevivíamos cincuenta de ellos.
La emoción con que nos encontramos aquella noche de un día de fines de diciembre del 2008 es imposible de describirla, para ser sinceros, en algunos casos teníamos que preguntar: ¿quién eres? Pero en la mayoría aún quedaba mucho de nuestras facciones de hacía más de medio siglo, eso sí, la mayoría cargábamos varios kilos que se notaban más alrededor de nuestras cinturas, pero eso qué importaba, aun seguíamos vivos y con mucha alegría de estar reunidos como hacía más de medio siglo como aquella noche del 7 de julio de 1957 y que a partir de esa madrugada, tácitamente nos dijimos adiós y cada uno nos fuimos en aras de luchar por nuestros ideales y sobre todo de hacer realidad todos y cada uno de los sueños que llevábamos en mente.
De acuerdo a la fotografía del recuerdo tomada aquella noche, aquella madrugada, de los cincuenta que sobrevivíamos, estuvimos presentes 27, que correspondíamos al 54 por ciento. La reunión social estuve precedida por una ceremonia religiosa que se llevó a cabo en la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús.
A la mañana siguiente, Ana María Zamorano, quien en el transcurso de los años se había titulado en la carrera del magisterio, nos invitó a desayunar a su casa y allí estuvimos hasta después del mediodía, despidiéndonos con la promesa de seguir reuniéndonos en los siguientes años.
