Pocas regiones del país tienen una estructura productiva que no dependa de una o dos actividades preponderantes. La Comarca Lagunera es una de ellas. Medida por el valor de la producción bruta y por la generación de empleos, La Laguna posee una estructura económica diversa y he allí su principal fortaleza.
La producción bruta de la Comarca Lagunera de Coahuila significa alrededor del treinta por ciento de la del estado de Coahuila y poco más del cincuenta por ciento para el caso de Durango. En cuanto al valor de esa producción, la manufactura representa el setenta y tres por ciento, destacando en el sector los metálicos básicos, la industria alimentaria y maquinaria y equipo. Por su parte, los servicios y el comercio suman el veinticinco por ciento de la producción. En cuanto al empleo, la proporción es inversa, servicios y comercio representan casi el sesenta por ciento y las actividades agropecuarias e industriales el restante cuarenta por ciento. En producción de plata, leche de vaca, leche de cabra y melón, la región es líder a nivel nacional.
La diversidad se constituye en una fortaleza regional dado el riesgo que significa depender de una sola actividad. Imaginemos lo que puede suceder en una zona netamente turística ante alguna circunstancia catastrófica. O en el ámbito de la manufactura, lo que puede provocar una caída en las ventas automotrices en las regiones cuya economía gira en torno a esa industria. Una región diversa está mejor blindada en un entorno de incertidumbre.
Ahora bien, esta diversidad enfrenta nuevos retos cuando, ante a la solidez de sus actividades principales estas han llegado a un estado de madurez en virtud de las restricciones que los mercados, los recursos naturales, la mano de obra calificada y otros factores imponen. Este es el caso en el que se encuentra La Laguna.
Por ello se presenta la exigencia de acrecentar la diversificación de la estructura productiva que permita la expansión de la economía local sobre la base robusta que actualmente posee. Llegar a las condiciones actuales ha sido resultado de décadas completas de evolución de las actividades, acumulación de conocimiento y desarrollo de cadenas productivas, innovación tecnológica y mucha calidad. Pero es preciso concretar nuevas áreas de producción y actividades económicas. Entre ellas, debe señalarse, ya hay una que comienza a destacar en el ámbito de la economía verde, se trata de la producción de energías renovables, pues de a poco, pero muy importantes a nivel nacional, son las granjas de energía solar instaladas aquí.
En esta fotografía de la diversidad económica de la región, un reto que el entorno global agrega, pero que además se intensifica localmente por las condiciones geográficas y climáticas, es que en su conjunto la estructura económica actual debe ser más sostenible. Y sobra decir que todo eje nuevo que venga a engrosar la diversificación con que contamos debe poseer, sí o sí, la sostenibilidad como rasgo fundamental.
Un ejercicio necesario en este contexto es la construcción de una narrativa capaz de engarzar esfuerzos, recursos y compromisos hacia un futuro con metas comunes que al final del día signifiquen mayor bienestar para todas las personas que habitamos en la Comarca. Esta narrativa, debe poner su acento en el futuro. Y debe ser factible.
Lo peor que podría suceder en este momento es que en lugar de impulsar hacia un futuro sostenible, incluyente y con mayor bienestar, tropezáramos con obstáculos autoinfligidos o construidos sobre bases carentes de visión. Las regiones con mejor perspectiva de futuro son las que han encontrado modos prácticos, pero bien fundamentados, de subirse a las tendencias y velocidades de la economía global. Ojalá sepamos leer el momento y atinar en la estrategia.
@letrasalaire
