Columnas la Laguna

MIRADOR

ARMANDO FUENTES AGUIRRE (CATÓN)

Ya hacía tiempo que San Virila no veía bien. Las cosas se le borraban en los ojos como si fueran de agua y alguien la agitara. Rezó pidiéndole al Señor que lo curara, pero quizá el Señor quería que viera más hacia dentro que hacia afuera, el caso es que no lo curó.

Fue entonces cuando a Virila se le apareció el demonio y le ofreció unos lentes. El frailecito no pudo resistir la tentación. Se los puso, y otra vez vio claro el mundo, como cuando era niño. Como cuando era niño él y como cuando era niño el mundo.

Pero esa noche le aconteció algo raro. Al leer en su Biblia lo único que en ella pudo ver fueron versículos del Corán, el libro de los infieles. Trató de quitarse los lentes y no pudo. Entonces invocó a Dios con todo su corazón. Sus ruegos fueron oídos, pero no mucho: a partir de ese día nada más con un ojo pudo leer la Biblia: con el otro seguía viendo suras del Corán.

Ahora San Virila está contento. Dice que es bueno poder ver también el punto de vista de aquéllos a quienes llamamos infieles. Después de todo para ellos nosotros somos los infieles.

¡Hasta mañana!...

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