Todos los que compartimos nuestro convivir diario con un animal de compañía, más concretamente con un perro, disfrutamos de un largo abanico de situaciones, experiencias y beneficios: compañía, cariño, ayudas físicas y psíquicas, es maravilloso. Pero no es oro todo lo que reluce; la convivencia entre seres vivos, la interacción diaria entre animales de la misma o distinta especie, también puede acarrear uno que otro problema. En nuestro trabajo diario con nuestros compañeros (humanos), compartimos muchas cosas: tiempo, espacio, buenos y malos momentos, habitamos en un entorno más o menos amplio, cómodo y limpio, ¡interaccionamos!; pero, ¿y si nuestro compañero de enfrente está pasando por una molesta gripa? Prácticamente seguro que también seamos el blanco de esos persistentes gérmenes.
Para muchos de nosotros sería impensable nuestra existencia sin tener a un amigo de "cuatro patas" a nuestro lado, pero la vida en común no sólo nos aporta beneficios; la proximidad, la cercanía, las caricias, permiten que variados agentes infecciosos puedan ser "compartidos", "cedidos", transmitidos de un ser vivo a otro. En nuestra relación con el perro, también existe esta indeseable posibilidad. Las enfermedades que pueden transmitirse de los animales al hombre o viceversa se conocen con el nombre de zoonosis.
Para entender mejor estas enfermedades transmisibles, debemos tener claros algunos conceptos:
• Reservorio. Es aquella especie animal que facilita la presencia en la naturaleza del agente causante de la enfermedad, y que además facilita su propagación a otros animales, de la misma especie o distinta especie.
• Vector. Es el animal que transmite la enfermedad. En algunas zoonosis, el reservorio y el vector son el mismo animal, y en otras son animales distintos.
• Hospedadores definitivos. Aquellas especies animales en las que se desarrolla la forma adulta del parásito.
• Hospedadores intermediarios. Aquellas especies animales en las que se desarrollan las formas larvarias del parásito.
Es muy importante estar enterado sobre la forma de actuar de algún determinado parásito, ya que la mayoría de las personas tienen ideas preconcebidas y la mayoría de ellas, bastante erróneas.
También es de importancia comentar que existen personas predispuestas a padecer la zoonosis; principalmente, personas con problemas inmunitarios (inmunodeprimidos); en ellas, las parasitosis que son leves o asintomáticas para los individuos sanos pueden llegar a provocar cuadros muy graves. Si bien debemos tener muy presente que es del todo imposible eliminar por completo, los riesgos de contraer una zoonosis, la regla básica es la higiene: lavarnos las manos tras el contacto con el animal, sus objetos o sus deyecciones; evitar dar besos y recibir lametazos; limpiar periódicamente las superficies y zonas a las que accede el animal, evitar que coman tierra en el parque los más pequeños de la casa. Tampoco debemos olvidar las rutinas sanitarias que debemos proporcionar a nuestra mascota, vacunaciones y desparasitaciones recomendadas y realizadas por su veterinario, la administración de un alimento comercial, ya que los alimentos crudos o poco cocinados aumentan el riesgo de transmisión de zoonosis, y evitar que el animal ingiera basuras o excrementos durante los paseos.
A continuación, mencionaré algunas de las enfermedades zoonoticas principales ocasionadas por parásitos de perros y gatos, de las que usted podrá consultar de una manera más completa con el veterinario de su mascota: Leishmaniosis, Hidatidosis, Enfermedad de Lyme, Toxoplasmosis, Enfermedad de Chagas, Fiebre Maculosa de las Montañas Rocosas (fiebre manchada).
Recuerde, si sus mascotas se encuentran atendidas periódicamente por un veterinario especialista en perros y gatos, desaparecerá casi en su totalidad los riesgos de contagio por zoonosis.
