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Al Larguero

MUSTANG

Alejandro Tovar

Siempre hay buena memoria para los actos de injusticia, siempre hay acuerdos en la mente de los hombres que proclaman su libertad con la ilusión por delante, como los fans santistas, gente que está marcada por nuestro sol que mata lentamente, que primero te marca como bestia llanera y luego te va liquidando de a poco y en ese camino de la muerte, te enseña a sobrevivir.

Todo proviene porque es imposible domesticar la fantasía que cada cual lleva consigo, sobre todo en el mundo donde la desgracia tiene un aire de juguete roto, donde el viejo poder de la intimidación ya no te toca, porque nuestra gente en su selva de asfalto y con el sol infernal encima no logra hilvanar ideas, ni puede proferir protestas en masa contra los fallos directrices.

Esta gente mira al pasado al no sentirse atraída por el presente, donde el joven Aldo, encargado del tenderete verdiblanco, no aparece en escena, permanece oculto, quizá practicando para hablar en público, quizá recluido por dictamen médico o por recomendación de los mandos que vienen desde occidente y si algo hay que decir, envía los mensajes cortos, como telegramas.

Los fans quieren un discurso dinámico y sugerente, que les endulce la vida y que le brinde un sostén digno a su ilusión natural, donde mira que además de Gorriarán y Rivero, lo demás solo es una especulación, lo que aumenta los claros y sombras por la melancolía de la experiencia y de tanto que analiza, llega a las mismas conclusiones, que su equipo está para hacer los negocios, con prioridad vender caro y comprar barato, crear figuras (Benítez, Oribe, Marchesín, Djaniny, Darwin) y cambiarlos por millones de dólares. Pero escogió mal y quedó con un hueco en clase y calidad, donde se fueron juntando Hinestroza, Cris Martínez, Quiñones, Cuero, entre otros petardos.

Rivero es activo del Atlas, no inversión local, viene por una segunda oportunidad en México y el plan que descubre Almada es poblar la cancha de volantes, con un solo delantero natural (Furch, si no es vendido aún firmado). La idea no parece ser mala pero precisa de laterales con poder de ataque, ese que no tienen ni Abella, ni Angulo que cuando llegan no saben resolver.

Hay periodismo local sospechoso de no tener nada que contar, porque no anteponen opiniones y dudas, ¿o es que no existen?, solo anotan los telegramas que les envía el joven Aldo, que lleva consigo el discreto encanto de solo escucharse a sí mismo. Caso curioso, quieren que el DT “rescate” del limbo a Garnica, Ayrton y Marlos, como si fueran náufragos en playas de Florida.

Mientras, vemos al para muchos desconocido Urielito con la casaca nacional, vibrante como Mustang de Wyoming, cuyo trote parece el del clásico cimarrón salvaje de las llanuras americanas. Ese debiera ser el estelar de Santos ahora mismo.

Lagunero y hecho en casa, listo para ser un ídolo pero fue vendido con todo y su acta lerdense. Era él por izquierda, no Ayrton, aunque Club Santos dirá que el hombre tiene que buscar dentro de sí, el don del olvido.

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