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El rumbo de México en el torbellino de la migración

JULIO FAESLER

Aunque algunos lo festejan y otros lo nieguen, el hecho es que México ha entrado en una nueva etapa de su historia. Es distinta a las anteriores. Poco o nada tiene con la hoy muy enjuiciada etapa del neoliberalismo, fervientemente acusada de todos los vicios. Quedó atrás el período del desarrollo estabilizador con su dictadura perfecta, o la de reconstrucción postrevolucionaria, con su guerra cristera y su expropiación petrolera. O el México de Porfirio Díaz que curó las turbulencias del Siglo XIX y reinauguró al país después de las invasiones extranjeras.

La comunidad nacional emprende, quiéranlo o no los que simpatizan con López Obrador, un nuevo capítulo con decisiones presidenciales inéditas muy sujetas a prueba. Hay que tener en cuenta que nuestro presente, repleto de interrogantes, va en paralelo con otros presentes que se están desenvolviendo en muchos países de Europa, Asia, África y muy claramente en nuestro vecino al norte. Estos fenómenos son de fondo.

Una constante en los cambios actuales es la inevitable reacción contra las profundas divisiones socioeconómicas que aquejan a la mayoría de países en forma de una aguda concentración de riqueza en pocas manos mientras las mayorías sufren crecientes privaciones. Solo los países escandinavos han esquivado el mal aplicando medidas fiscales draconianas.

Las lecciones son claras. Un ingrediente del subdesarrollo es la negligencia y egoísmo de las clases sociales privilegiadas que aprovecharon solo ellos los beneficios de los recursos de que disponen. Es el fenómeno que tiene que ver con el abuso del poder de los que han asumido el control financiero de los recursos naturales y no han vacilado en depredarlos sin piedad.

Es importante notar que el principal instrumento jurídico de estímulo al desarrollo económico está en casi todos los casos en la fórmula jurídica de la sociedad anónima que entrega las decisiones corporativas a los dueños del capital dejando al factor trabajo marginado a negociaciones desiguales. Las sociedades cooperativas, como miles que hay en Alemania, Provincias vascongadas, Catalunya o en los mismos Estados Unidos, son ciertamente más equitativas y ponen manos de sus miembros las decisiones de reparto de utilidades. En México su desarrollo ha sido limitado debido a la usual debilidad de sus comités de vigilancia.

Entre las negligencias en que caímos como nación y hay que remediar es el no haber diversificado nuestros intereses económicos y comerciales. Desde más de 50 años se viene repitiendo esta necesidad. Los dueños de los recursos se opusieron en su momento a hacer surgir a la América Latina con la ALALC y se obstinaron en ubicar todos sus intereses en el para ellos irresistible mercado estadounidense.

Ahora todo México, no solo ellos, pagan las consecuencias de confiar, no puede decirse inocentemente, en la buena voluntad de Estados Unidos.

Una dramática consecuencia del desigual reparto de la riqueza es la migración que inunda a Europa y a los Estados Unidos y que se agudiza con el crecimiento demográfico en los países de origen. Sin adecuados sistemas de control policial la violencia y crimen que la acompañan es imposible asegurar tranquilidad a la sociedad. La respuesta con programas utópicos como el descrito en el Epílogo del recién aprobado Plan Nacional d Desarrollo se esfuman en imponentes realidades.

Para nosotros, la migración masiva centroamericana ha venido a platearnos la cruda tragedia que sufren los que no han sabido o podido sacar provecho de los abundantes recursos que la Naturaleza les dio. La tarea está en llenar los huecos con programas efectivos de cultivo de talentos y creación de empleos. Los acuerdos internacionales a que se lleguen deben ayudar a resolver y no acentuar el problema. México y Estados Unidos debemos trabajar juntos con Centro América sin necesidad de amenazas.

Todos estamos involucrados. Estados Unidos no debe mezclar migración con narcotráfico. No ha hecho su tarea de controlar ni el consumo de drogas ni la venta de armas que tanto se asocian. A ellos les sobran recursos financieros para cumplir su parte. A México, y más aun, a Centro América nos falta dinero para endurecer los elementos logísticos indispensables. Desde luego que los 45 días aceptados por México para la primera evaluación del programa son un lapso demasiado corto para apreciar siquiera por encima para apreciar y juzgar los primeros resultados en términos de resultados.

La acción paramilitar de la Guardia Nacional podrá ser poco constitucional en términos rigurosos pero es singularmente ocioso condenarla en la presente coyuntura. Más urge por el elemento humano que por la mal intencionada premura exigencia de Trump.

Es tiempo de unidad y de poner buena cara al mal tiempo que nosotros mismos nos recetamos.

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Escrito en: Editorial Julio Faesler

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