Perder un amigo es perderte.
Se va él y algo de tu ser se va también y no regresa ya.
Tiendes la mano y ya no hay quien la estreche. Hablas y nadie te responde. Caminas y no oyes otro paso junto al tuyo.
Murió mi amigo Jorge Pedraza Salinas. La vida ha sido buena conmigo y me ha dado muchos amigos buenos. Entre ellos Jorge tuvo un sitio especial en mis afectos por su elevada calidad humana, por su generosidad. Periodista, maestro, historiador, fue hombre sabio. Pero fue, sobre todo, hombre bueno. No alcanzaría yo a contar, y menos aún a agradecer, las bondades que tuvo para mí.
Envío un abrazo cariñoso a Blanquita, la ejemplar y amorosa compañera de su vida, a sus hijos y nietos, a su familia toda. Los amigos de Jorge habremos de reunirnos para evocar su conversación, al mismo tiempo amena y llena de saberes, su trato sencillo y cordial.
Y aquí voy yo, perdido en los recodos de la vida y mutilado por la muerte de aquéllos que iban a mi lado. Mi paso habrá de interrumpirse, como el suyo. No sé cuándo dejaré de andar, pero sí sé que ha habido en mi vida amigos buenos. Jorge Pedraza Salinas fue uno de ellos. Lo recordaré en los días que me queden. Por él seguiré dando gracias a Dios como por el pan que me ha nutrido.
¡Hasta mañana!...
