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El espíritu poético de los océanos (II)

Téngase presente que estas profundas extensiones costeras actúan como verdadero aliento del planeta. Proporcionan la mayor parte del oxígeno que respiramos. Asimismo, son fuente de alimento y medicinas. De igual modo, forman parte fundamental de esa versátil envoltura viva que nos armoniza, haciendo bucólica y racional la esperanza de observar luz en otros lugares donde antes nos parecían sombras.

En consecuencia, esas masas de agua oceánicas, que tienen la capacidad de envolvernos en su mística, lo que hacen es invitarnos a reflexionar sobre nuestros orígenes. No olvidemos que todo se cierne sobre la faz de los reflejos. Los océanos han de unirnos en ese afán idílico con el que todos soñamos. Sea como fuere, estamos llamados a acrecentar esa estrofa que nos esclarece y clarifica, con espíritu activo, embelleciendo con nuestras pinceladas paradisíacas todos nuestros trayectos recorridos, como si todo dependiese de la musa creativa, pero también trabajando de continuo y tenazmente por aquello que anhelamos.

Nuestras manos han de estar siempre a pie de obra, para bien o para mal. Hagámoslo como ángeles que custodian los dones recibidos del autor existencial, en particular los cursos de agua, la toga de los mares, así como la gran meseta marina que cubre el 71 % de la superficie de la Tierra, siendo el Pacífico el mayor de todos. Armonicémonos al albor de su rociado efecto de placenteros afectos. Luego, si aún nos resta empuje, propiciemos en todos ellos el gran baño de la conciencia, ya sea en el Atlántico o en el Índico, en el Ártico y Antártico, o en el mismísimo Pacífico; al fin surgirá por sí mismo el más nítido cantar, aquel que germina por deleite y concluye en sabiduría. Esto suele pasar cuando se respeta por convicción el océano de la vida. Dicho queda.

Víctor Corcoba

Ciudadano de Torreón

La unidad de la persona (I)

Cuando vemos en la tele que un hombre ha matado a su esposa o pareja pensamos que esto es un acto malo e injusto. Lo mismo que si la mujer asesina a un hombre. Pero ¿quién ha realizado este crimen? Unos pueden decir que es efecto del cuerpo y otros del alma. Pues ambos están equivocados porque el autor de ese acto es una persona humana.

La persona es una unidad radical de cuerpo y alma, es decir, tiene cuerpo y espíritu. Cuando se trata de separarlos, se destruye el concepto de hombre, lo mismo que en el orden real, cuando se les separa se produce la muerte del individuo.

Históricamente se han producido dos errores en el concepto de la persona: el dualismo y el monismo. El dualismo considera que el hombre está formado por dos principios distintos (cuerpo y alma) que son independientes uno del otro y la responsabilidad de los actos es del uno o del otro.

Arturo Ramo

Ciudadano de Torreón

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