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Enfoques: uso sostenible del agua

A la ciudadanía

MANUEL VALENCIA CASTRO

De acuerdo con la opinión de Víctor Toledo, recién nombrado secretario de Medio Ambiente de México, la sostenibilidad es una nueva filosofía por la vida, es según Enrique Leff, una nueva forma de pensar para la cual los seres humanos, la cultura y la naturaleza son inseparables, que se funda en el reconocimiento de los límites y de las potencialidades de la naturaleza, así como en la complejidad ambiental, inspirando una nueva comprensión del mundo para enfrentar los desafíos de la humanidad en el tercer milenio.

Una nueva forma de pensar que nos invita a relacionarla con la práctica sostenible. Una prioridad que no puede aplazarse, que establece una dependencia condicional: si se quiere construir sostenibilidad, entonces, se debe pensar primero sosteniblemente.

Este, es un enfoque valido en la gestión de los recursos naturales, el pensamiento sostenible hace uso consciente del concepto particular para ordenar nuestros pensamientos. La práctica sostenible implica, entonces, utilizar el producto de este pensamiento para iniciar y guiar las acciones que tomamos en el mundo. De esto trata el enfoque de uso sostenible: de un pensamiento y una práctica sostenible, y de la relación entre los dos.

El no actuar de esta manera ha conducido a problemas socio ambientales que ahora mismo estamos viviendo, el cambio climático está impactando al ciclo hidrológico global del agua, cambiando los regímenes de lluvia, incrementando las inundaciones y sequías, y dificultando aun más la gestión y uso del agua.

Nuestro alejamiento de la naturaleza, el no sentirnos parte de ella, el negar que somos naturaleza, impide que veamos los resultados de nuestras acciones, Andy Lipkis, presidente del Fondo Tree People, refiriéndose a la importancia de los árboles, comenta: "Lo que no pensamos al mirar un árbol es cuál es su capacidad, cuánta agua contiene y resulta que son 216,000 litros de agua en una inundación repentina de 25 a 30 centímetros que la retiene absorbiéndola como una esponja, que la limpia y la devuelve al acuífero; quita un árbol y se producirá una inundación y la erosión del suelo. Adiós a esos 216,000 litros del suministro local de agua. Esa agua bajará con fuerza, dañando personas y comunidades."

Esto nos recuerda que nuestra cuenca hidrológica ha sido modificada por años, que en la parte alta el bosque se ha deforestado, ocasionando serios problemas de pérdida de suelos, los cuales, tomando en cuenta el tiempo que tarda una roca en convertirse en suelo, se pueden considerar un recurso natural no renovable, este es uno de los impactos ecológicos más terribles del manejo insostenible de un ecosistema como el bosque, que desafortunadamente se extiende hasta los pastizales abiertos y amacollados de la zona de transición, donde el sobrepastoreo y el cambio de uso de suelo ocasionan desertificación. En la parte baja de la cuenca, una parte importante de los matorrales se han reemplazado por el asfalto y el concreto de las ciudades que han crecido desordenadamente al punto de una zona metropolitana.

Todas las modificaciones de la cuenca Nazas-Aguanaval, incluidos los ríos, han ocasionado un desbalance hidrológico, caracterizado por un mayor escurrimiento y pérdida de suelo, y una menor infiltración del agua. Esto último se manifiesta principalmente en los acuíferos sobreexplotados como el caso del acuífero principal, en el que los abatimientos han conducido a una mayor profundidad de bombeo y a mayores costos por pago de energía eléctrica. Sin embargo, aun más severo es el de la degradación y deterioro de la calidad del agua, la que por desgracia se ha convertido en un problema de salud pública.

Resulta obvio, que todas las actividades económicas que han aprovechado a la naturaleza le han retornado únicamente impactos como los descritos antes, a cambio se ha generado riqueza o crecimiento económico pero difícilmente podríamos afirmar que se ha logrado un desarrollo. El pensamiento que ha dirigido esta forma de actuar es evidentemente insostenible, no ha respetado los límites naturales ni su potencial productivo, y además, es atentatorio contra la vida.

No es difícil aseverar, ni resulta poco serio, que el establecimiento de plantas potabilizadoras que aprovechen el agua de la presa Francisco Zarco, se encuentren en la misma línea de pensamiento, por una sencilla razón: evaden las principales causas del problema.

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