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De Política y Cosas Peores

De Política y Cosas Peores

Armando Camorra

"Acúsome, padre, de que soy bígamo". Eso le confesó el muchachillo adolescente al padre Arsilio. El buen sacerdote se asombró: "¿Cómo es eso?". Explicó el chamaco: "Acostumbro cambiar de mano". (No le entendí). El sesentón le preguntó a su médico: "¿Cree usted, doctor, que puedo vivir otros 20 años?". El facultativo inquirió a su vez: "¿Bebe usted?". "No". "¿Anda con mujeres?". "No". ¿Se desvela con sus amigos?". "No". Dijo entonces el galeno: "¿Y entonces pa' qué chingaos quiere vivir otros 20 años?". En el campo nudista un socio le presentó a otro a una nueva socia, mujer de exuberantes prendas físicas tanto en el hemisferio norte como en el correspondiente al sur. El presentado le dijo a la frondosísima mujer: "Siento un gran gusto al conocerla". Replicó ella: "Sí. Ya lo estoy viendo". Doña Frigidia le reclamó a su esposo: "¿Por qué nunca dices mi nombre cuando me haces el amor?". Explicó don Frustracio: "Porque no quiero despertarte". La encuestadora le preguntó al señor: "¿Cuántas veces a la semana hace usted el amor con su esposa". Respondió el señor: "Dos". "Lo felicito -le dijo la muchacha-. Su vecino lo hace sólo una vez". "Bueno -razonó el sujeto-. Yo tengo más derechos que él. Después de todo es mi esposa". Mis cuatro lectores habrán de recordar esto: desde que Trump empezó a agraviar a México y a injuriar a los mexicanos hice la formal promesa de no pisar suelo norteamericano mientras ese patán, pelafustán o barbaján esté en la Casa Blanca. He cumplido tal voto puntualmente. Me ha costado: solía dar frecuentes conferencias para las comunidades hispanas en Estados Unidos -San Antonio, Los Ángeles, San Diego, Chicago, Nueva York- y he dejado de percibir los ingresos que tal actividad me producía. Pero eso es lo de menos. Lo de más es que no puedo acompañar a mi familia en las deleitosas vacaciones en la Isla del Padre, y ése sí es verdadero sacrificio. "Tú y tus juramentos" -me reprocha mi esposa, con razón. Pero así como he cumplido el que a ella le hice también debo cumplir este otro, única manera que encontré de protestar por el indigno trato que Trump ha dado y sigue dando a México, como se ve por el arancel que ha impuesto a las mercaderías procedentes de nuestro país. Vivir junto a un elefante tiene sus inconvenientes, y más cuando el animal es malévolo e imprudente, por no decir pendejo, si me es permitido usar ese voquible de tanta sonoridad y significación. Lo peor es que todo indica que el mal hombre será reelecto por sus conciudadanos -así andan las cosas en el mundo-, y que acá deberemos seguir sufriendo los efectos de sus intemperancias. Recuerdo en este punto una coplilla lamentosa: "Pobre del pobre que al cielo no va. / Lo joden aquí y lo joden allá". Así andamos nosotros: inquietos por lo que puede pasar "al otro lado" y preocupados por lo que puede suceder en éste. Un toro de enorme corpulencia y aguzados cuernos arrinconó a un hombre contra la pared. El animal se vuelve hacia la vaca y le pregunta con feroz acento: "¿Éste fue el cabrón que te agarró las tetas?".Frase poco célebre: "Algunos hombres cuentan aventuras que nunca tuvieron, y algunas mujeres tienen aventuras que nunca contarán". Otra igual: "Cuando un hombre se vuelve rico se hace travieso. Cuando una mujer se vuelve traviesa se hace rica". El maduro señor vio inútiles todos sus esfuerzos y se dejó caer por fin de espaldas en la cama. Su esposa le dijo: "En este renglón no guardaste nada para la jubilación ¿verdad?". Aquel tipo se casó con una oficial de tránsito. La noche de las bodas ella lo multó por no ponerse casco, por exceso de velocidad y por ir en dirección equivocada. FIN.

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