Para el cantautor ecuatoriano Mateo Kingman, México es el destino ideal dar a conocer su propuesta artística en la que convierte los sonidos de la naturaleza en una mezcla de música tradicional con la electrónica.
Reconoció que Ecuador carece de una industria musical y quienes se dedican a crear se ven limitados para destacar en este ámbito, por lo que se ven obligados a presentarse en el extranjero para hacer crecer sus proyectos.
“Ecuador es un país tan chico, no tiene industria musical, hay muchos proyectos que no logran sustentarse al no tener plataformas. Tenemos que empezar a tocar fuera y eso es lo que nos permite sobrevivir, desarrollarnos y hacer crecer los proyectos”, indicó.
Refirió que la experiencia de tocar en el extranjero permite a los músicos de su país “trabajar en todos los contenidos visuales que nos imaginamos, es bastante complejo crecer, en Ecuador logras expandirte hasta cierto punto, pero no pasas de ahí”.
Tras vivir su infancia en la selva ecuatoriana, en Macas, donde el acceso a la tecnología era muy limitado, Kingman comenzó a trabajar en la música para mostrar al mundo la riqueza de la sonoridad de la naturaleza, particularmente de la zona de la Amazonia.
Con la selva, ríos, vegetación y fauna como fuente de inspiración, el ecuatoriano exploró la música tradicional de su país y la mezcla con lo electrónico, un género que conoció al inicio sólo como herramienta, pues, “primero conocí los sintetizadores, las máquinas de ritmo, descubrí las herramientas y la mezcla, después se fue dando naturalmente”.
Tras mostrar al mundo su sonido selvático retratado en su disco Religar (2015), Mateo Kingman vuelve a la escena musical con un nuevo álbum titulado Astros, producido por Gustavo Santaolalla y el cual presentó en México en el pasado Festival Vive Latino 2019.