Alrededor de las nueve de la mañana del 9 de diciembre de 1913, en el centro de Gómez Palacio, a un lado de las vías del ferrocarril y cerca de su domicilio por la avenida de este último nombre, fue pasado por las armas el mayor del ejército constitucionalista Ezequiel Guillén Alvarado "un hombre de verdaderas ideas revolucionarias", lo llamaban sus compañeros de lucha- a manos de las fuerzas huertistas, una muerte temprana de la cual guardan fiel memoria sus descendientes radicados en la Comarca Lagunera.
Con documentos oficiales y centenarios de aquellas fechas, conservados en poder del licenciado Rafael Díaz Alvarado Guillén, nieto del militar revolucionario, fue posible hacer una remembranza de aquellos tiempos de muerte y pobreza entre una soldadesca que peleaba sin paga alguna debido al retraso de sus haberes y enfrentada a diario a un trágico final de juicios sumarios, sin posibilidad de defensa alguna, sólo el pecado de militar en bandos diferentes.
Nostálgico, el nieto recuerda que su abuelo fue tenedor de libros en la desaparecida ferretería Montemayor pero sus ideales maderistas lo llevaron a la revolución, lo mismo a que a otros comerciantes y ciudadanos gomezpalatinos aunque de otro modo: hacían aportaciones en efectivo a la causa y el mayor se encargaba de llevar el poco dinero reunido a los soldados de la brigada Madero a la cual pertenecía -"unos centavitos apenas-", rememora nuestro interlocutor.
Ezequiel Guillen, oriundo de Gómez Palacio se incorporó al grupo de alzados anti porfiristas integrado por el coronel Juan Pablo Estrada, jefe de armas; Ventura Olvera, Gonzalo Estrada Rodríguez, Antonio Arellano, Jesús Máximo Mejía y Feliciano Ruiz. Ese fue su delito capital: apoyar con presencia y recursos a los maderistas que intentaron conservar la plaza ante el embate de las fuerzas federales huertistas procedentes de Chihuahua -arrasaban con todo y fusilaban a los oficiales maderistas y a los rebeldes en general. De ahí los constantes combates diarios y los juicios sumarios.
Copias del juzgado de letras- así llamado entonces en 1913- dan fe de la ejecución del mayor Guillén y seis testigos al menos, dieron testimonio del hecho de guerra. Sus declaraciones, incluyendo la comparecencia de la viuda, señora María Correa viuda de Guillén, confirman que los hombres eran detenidos por la fuerza y del mayor Guillén, quien también fue recaudador de rentas y tenedor de libros, -apenas tenía 23 años de edad-señalan que a unas horas de su arresto fue pasado por las armas cerca de su casa el mismo día 9 de diciembre en la mañana.
Su cadáver fue levantado por los vecinos y llevado a sus familiares en un carrito; lo recibieron con lágrimas su esposa y sus tres hijas, Amparo, Concha y Chole, nos dice Rafael en la revisión de este texto. La primera sería su futura madre.
Guillén Alvarado tenía también el grado de capitán segundo por desacuerdos en la brigada del general Juan E. García, pero ya había sido incorporado a la brigada Madero como mayor. -Entre ellos se daban nombramientos, no dice Díaz Alvarado, pero en el caso de su abuelo, hay testimonios de que ostentaba el grado de mayor como consta en los expedientes del movimiento armado de 1910. Precisamente sus ideales y su valor le concedieron honores con ese grado.
Conmueven los relatos de los testigos de una muerte anunciada: -el mayor Guillén se hallaba recluido en el cuartel de la policía luego de su detención, en espera de su fin inevitable. -fue cogido prisionero y fusilado por las fuerzas huertistas en combate que sostuvieron en esta ciudad contra las fuerzas constitucionalistas
Los maderistas finalmente se impusieron a los porfiristas y conservaron la plaza. Nos legaron -dicen sus biógrafos-, un Gómez Palacio liberal y progresista con una casa redonda ferroviaria que marcó historia en la Comarca Lagunera.
