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Plasmar la complejidad humana

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SAÚL RODRÍGUEZ

Eva Villaseñor es una joven cineasta originaria de la ciudad de Aguascalientes y egresada del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC). “Memoria” (2014), su primer documental, fue galardonado con el premio a mejor mediometraje en el Festival Dei Populi de Florencia y actualmente está nominada al Premio Ariel por mejor cortometraje documental con su filme “M” (2018).

En un principio, la formación cinematográfica de Villaseñor estuvo orientada a la ficción. Sin embargo, al cursar el módulo de documental en el CCC, el dispositivo de la entrevista la instó a explorar su estructura para construir argumentos más realistas e instalarse ante lo desconocido. Esta visión se refleja en las palabras de Beatriz Sarlo sobre la obra de Leonor Arfuch: La entrevista es el género de la voz y la autenticidad. El diálogo surge desde el fondo del silencio y se armoniza como la música ejecutada por un buen instrumentista. Es un acto que funge como un pasaporte, el cual permite encontrarse en el entrevistado e interpretar su perspectiva. Dicho tipo de conversación le sirvió a Villaseñor como herramienta principal para echar a andar su motor documentalista. Con ello, se adentró en el género cinematográfico y descubrió la vertiente que permite intimar en el cosmos de una persona.

"Cuando uno conoce el documental es cuando realmente conoce el cine”, señala Villaseñor. No importa lugar ni tiempo, ella siempre cuestiona: a sí misma, a su entorno y, particularmente, a la adicción de su hermano, el rapero mexicano Miguel Ángel Villaseñor, mejor conocido como Tankeone (fundador del colectivo Mexamafia). En octubre de 2018, la cineasta estrenó “M” en el Festival Internacional de Cine de Morelia. Sus fotogramas registran el día a día de Tankeone, en un paseo musical que expone eclipses del rapero y de la cultura urbana; luces y sombras entre el bullicio del público y la soledad de la drogadicción. “Creo que cuando uno va a realizar un trabajo cinematográfico tiene que saber qué es el tema que a uno le está constantemente rondando en su cabeza. Generalmente está relacionado con nuestro entorno. Es difícil, pero hay formas”.

En sus obras, Eva nunca aparece, sólo muestra su mirada. La autora indica que “M” nació desde el grito de la urgencia, desde la necesidad por entender lo que sucedía con su consanguíneo. Aquellas dudas surcaban en la cuestión de cómo involucrarse en el mundo del rapero: comprenderlo, interpretarlo, capturarlo a través de la lente y proyectarlo “Lo primero que se me vino a la cabeza era descubrir qué pasaba con él. Siempre lo vi como un personaje trágico entre la música que escuchaba. Me dolía, me dolía que fuera trágico, porque los desenlaces trágicos sabemos cómo terminan”.

APOLÍNEO Y DIONISÍACO

Es conocida la definición que Friedrich Nietzsche dio sobre la tragedia griega, aquella manifestación bifurcada en lo “apolíneo” (el orden, la mesura, lo cabal) y lo “dionisíaco” (la desventura, la incertidumbre, los vicios y los errores). Por muchos años, Tankeone ha sido el rostro principal de Mexamafia, organización que plasmó con tinta sobre la piel de su brazo derecho. Junto a dicho emblema, su vida ha sido un intenso ritmo de cuatro por cuatro sobre el asfalto urbano.

Su descripción no es sencilla. Primero hay que destacar su rostro apolíneo en su compromiso con la escena hip hop de Aguascalientes, el cual ha sido tan dedicado que llegó a laborar con su gobierno local para organizar festivales gratuitos de talla internacional con bandas como Onyx (Estados Unidos), SFDK (España) o el difunto rapero Canserbero (Venezuela). Con ello posicionó a la capital hidrocálida como una de las ciudades más importantes para la música urbana en México. También están sus líricas de protesta social que denuncian una realidad anclada entre las esquinas de los barrios hidrocálidos (similar a lo acontecido en otras urbes mexicanas).

Tankeone no se censura, como exponente del subgénero hardcore está convencido de que lo crudo de la vivencia urbana tiene que plasmarse sin filtraciones. En contraparte está su lado dionisíaco. Así como “Wish you were here” se ideó ante la incertidumbre que rodeaba a Syd Barrett, “M” muestra que Tankeone no fue ajeno al mundo de las drogas en el ámbito musical. Por largo tiempo ha tenido una lucha incesante contra ellas, con victorias y derrotas en sus estadísticas; caídas, remontadas y vértigo al límite del nocaut. Por ello, la película explora ese andén humano donde el rapero toma un distinto tren emocional cada día. En dichos viajes, el ferrocarril cinematográfico se adentra en su intimidad familiar y profesional sobre rieles fabricados con negativos. Su vaivén baila breakdance, con piruetas incluidas, y se tambalea al ritmo del “boom bap” por diferentes ciudades. Finalmente, retorna a su refugio en el fraccionamiento hidrocálido de Pulgas Pandas, su hogar, donde siempre aguarda su familia. En la incertidumbre sólo los más cercanos pueden escuchar el silencioso grito de la desolación, pues sus pesares rebotan y hacen eco entre las paredes del ergástulo emocional. Para Eva Villaseñor también es un reencuentro con su familia. “No tengo el dinero para sacarlo del núcleo donde está y mandarlo a otro lugar (...) Es un personaje trágico, pero los personajes trágicos se mueren. Yo no iba a permitir eso. Yo iba a decretar que mi hermano tiene oportunidad, como todos”.

CONFRONTACIÓN

Eva Villaseñor define al consumo de las metanfetaminas en Aguascalientes como un genocidio silencioso. La única arma que tiene para denunciar este problema es el gatillo que acciona a la lente. En sus palabras: “Plasmar la complejidad humana es la facultad que tiene el cine”. Gracias a sus investigaciones, Villaseñor ha encontrado que la metanfetamina diseñada en México contiene fentanilo, una sustancia sintética sumamente adictiva. “Son los escrúpulos más viles del humano en contra de otros seres humanos (...) Ataca a tu cerebro, te estigmatiza para toda la vida con la sociedad. Es lo más marginal que hay. Mi hermano entró en eso y ha tenido la suerte de tener una madre, una hermana y una cabeza bien resistente, porque casi nadie aguanta esto”. Tankeone ha visto el documental en diversas ocasiones, en confrontación consigo mismo. Una de ellas ocurrió el pasado marzo en el Museo Arocena de Torreón.

Tras la proyección, el rapero subió al estrado y protagonizó un debate con su hermana sobre lo que retrataba el filme. “Mi hermano se conmocionó la primera vez que lo vio, porque él pensaba que iba para otro lado. Le grabé muchas cosas que sabía que no iban a estar”. Para la directora, Tankeone cumple con los paradigmas de los personajes de la literatura y las artes dramáticas. No obstante, en el filme nunca se le ve drogándose, tampoco se censura su adicción; el documental rompé con el cliché de los trabajos audiovisuales que tratan esta clase de temas. “Yo no quería perpetuar esa imagen. Cuando se hace cine se tiene la responsabilidad de mostrar las cosas como son. Lo digo porque he visto cine que, en algún momento, me generó estereotipos y fue difícil desprenderme de ellos”. Eva Villaseñor sabe la importancia que tiene el rap como herramienta de protesta. Su hermano es un artista que emplea el método lírico para fabricar un espejo sonoro de la realidad. La cineasta considera que corrientes como el rap son peligrosas para el orden establecido porque concientizan a la gente. “Los poderes tratan de caricaturizar al arte porque saben que es un acto subversivo que puede llegar a desestabilizar”, finalizó.

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Escrito en: Eva Villaseñor

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